El lenguaje diplomático es considerado como la sublimación del lenguaje político. Dar vueltas y más vueltas sobre un mismo tema sin decir nada y lo que es peor, sin hacer nada. Del político se suele decir que es un vendedor de productos ideológicos (Albertos). Su lenguaje, en otro tiempo ideológico, pasa a ser ahora un lenguaje tecnológico. Esta mañana escuche por la radio al presidente de mi comunidad Juan Vicente Herrera (PP) en la ceremonia de la puesta de una primera piedra de un edificio de I+D en compañía de la ministra Gramendia. Pude observar como este abogado de profesión se había convertido en un físico experto en láseres. Todo lo contrario de Rubalcaba (PSOE), experto en el habla de confesionario en el que el tono, movimiento de manos, triste figura y hablar lastimero sitúa al oyente en la proximidad, en el borde opuesto de la mesa camilla en la que se encuentra a solas con el vicepresidente. Su logro no radica tanto en su acción política, que es buena, su departamento ha detenido a comandos terroristas como nunca antes había sucedido, como en esa capacidad que tiene para mantener ese hilo vehicular entre el asistente entre 3.000 que le escuchan y él. Cuando Rubalcaba habla, la masa no se siente aludida, sino que es el individuo en su individualidad el único receptor. Habilidades.
Se sabe que el político habla una lengua extraña llamada politiqués (Dueñas). Es un lugar común en el que se encuentran los políticos de cualquier signo y en el que los nuevos que entran, chirrían al hacerse más evidente esa jerga que los ciudadanos normales tildan de charlanatería.
Si el político es la mayoría de las veces un especialista en el no decir nada, la cuestión varía sustancialmente cuando nos enfrentamos al lenguaje empleado por los diplomáticos. No en todos los países es igual. Pesa la tradición, pesa la historia y pesa el origen. Los países orientales, España e Italia lo son en este sentido, son especialistas en dilatar las soluciones. Cuando hablamos de los países anglosajones su lenguaje es más contundente, el tiempo es diferente y no atiende tanto al marear la perdiz, como al logro de los objetivos.
Cuando hay más cosas en juego, cuando las decisiones que se deben de tomar afectan a la vida de las personas cuantificadas en millares, las dilacciones adquieren otro tinte esta vez muy cercano a la complicidad con los disparates o los crímenes que otros patrocinan.
Dos botones de muestra en relación con el conflicto en el norte de África. El Presidente del Gobierno nos dice como principal crítica a Gadafi que “ha emprendido un viaje a ninguna parte” o “está descontado por la comunidad internacional” Mas, en declaraciones a Al Jazeera manifiesta que es necesario “esperar y ver como evoluciona la situación libia” (dejémosle que aclaren su situación aunque unos tengan missiles y otros escopetas de caza). Decir que Berlusconi se manifiesta en un sentido muy similar “mucha cautela ante un posible exilio de Gadafi” nos dice, lo que antes he expuesto se aclara bastante. Aprovechateguis y chuparruedas se decía antes.
Trinidad Jiménez muda durante una primera etapa de las revoluciones árabes va cambiando poco a poco su mensaje, volatil que es la ministra. Lee cada mañana lo que Francia y Estados Unidos dice y se suma al carro exigiendo responsabilidades. en algunos momentos no hay una sintonía total con lo que el presidente dice. Zapatero táctico como pocos, adopta una posición “tolerable” ante los micrófonos del Golfo y más cuando oye al jeque hablar de Gadafi como el hermano equivocado. Si vamos a pedir dinero a esta gente, se dirá, no vamos a inquietarles en exceso. Esta gente a la que le doramos la píldora para que invierta en nuestro país son exactamente iguales al Gadafi que en su día visitamos y luego invitamos. Al que halagamos en su tiempo, para que nos suministraran gas, petróleo y al que ofrecimos nuestras constructoras.
Una vez que se ha pronunciado el presidente, Trinidad, la premiada de la Moncloa, la encontrada con un cargo que le viene demasiado grande, la que accedió a la responsabilidad de internacional en un partido de la mano de Felipe, la recomendada por un fiscal progresista cambia nuevamente el mensaje, ahora habla de Prudencia, Moderación y Cautela en torno al conflicto. Este mantra no durará mucho, el suficiente para que Zapatero vuelva de los países árabes y Obama o Sarkozy diga lo nuevo. Menos mal que no somos una gran potencia, menos mal.
Mientras los aviones y las bombas de Gadafi caen en Bengasi y en la frontera con Túnez miles de seres humanos se agolpan contra las vallas, las palabras de Zapatero y Trinidad me suenan a canto fúnebre.
Siempre pensé que el ejercicio de la política y el sentir humanidad o compasión eran de muy dificil conciliación, tiene diferente alcance según personas, pero en general, este es un campo, la política, en el que no hay lugar para los sentimientos. De ahí, que la política, sea una de las actividades mas fuertemente rechazada por los ciudadanos.
El problema es la falta de coherencia entre el discurso y la política real.
ResponderEliminar¿Que diferencia hay entre las monarquias absolutas del golfo Pérsico y los regímenes que han caido en el norte de Africa incluido Gadafi? La falta de libertad y de respeto a los derechos humanos sobre todo de las mujeres es evidente, pero Gadafi ya es el pasado y las monarquias absolutas del Golfo Persico son garantes del suministro de petroleo para nuestra economía. Lo dijo Zapatero, "hay que tener buenas relaciones porque dependemos del suministro de su petroleo". La misma justficación que con Gadafi o con ese hipotético freno al fundamentalismo islámico que "ejercen" los paises del norte de Africa. Veremos que pasa si los próximos en caer son esas monarquias absolutas.
Salud, REpública y Socialismo
En tu artículo, Miguel, tocas, entre otros, dos ingredientes que considero básicos para entender algunas claves acerca del déficit de calidad que hoy vive la política.
ResponderEliminar-La comunicación. Poseer capacidad para comunicar, que no es lo mismo desde luego que hablar sin decir nada, más bien es lo contrario.
-Altura respecto al cargo ocupado. Obviedad que hoy parece anacrónica o, al menos, en desuso.
Saber comunicar, ser capaz de establecer redes de colaboración y aportación, poseer criterio, aunque sea con flexibilidad –debe ser así-, etc.
Buen artículo y buena reflexión la que haces.
Saludos