martes, 15 de marzo de 2011

Charlton Heston en la playa de Tokio




En Japón, en la planta nuclear de Fukushima se ha producido un incendio seguido de una fuga de material radioactivo. Lo he escuchado esta madrugada en la radio. A las catástrofes naturales se unen las que ha propiciado el hombre.

Eran las cuatro de la madrugada, y cuando he escuchado el boletín radiofónico no he podido evitar levantarme de la cama y asistir en directo mediante la NHK a los acontecimientos. Sobre la energía nuclear hemos oído de todo y no es mi intención unirme al coro que denuncia sin más. El problema es bastante más profundo de lo que parece, hunde sus raíces en un modo de vida y es fácil, muy fácil, quejarse de un determinado tipo de energía mientras mantenemos las luces de la casa innecesariamente encendidas o quemamos gasolina de modo irracional.

Tras veintitantos años de trabajo con ciudadanos y gobiernos los defensores de la energía nuclear se encuentra nuevamente en el mismo lugar en el que los puso Chernobil. Han sido ya varios los casos de fugas radioactivas, alguna leve hemos tenido en España, y el miedo permanece en la población. El enemigo silencioso e invisible sigue presente. Sabemos que las energías alternativas son, hoy por hoy, más caras y no ofrecen continuidad pero será inevitable progresar en ellas si queremos una vida más segura y caminar hacia un marco donde las fuentes de energía no tengan los inconvenientes que hoy tienen. Es indudable que lo que ha pasado en Japón va a tener una fuerte trascendencia sobre nuestra vida desde el punto de vista político, social y económico si queremos resolver de una vez por todas esto.

Las catástrofes acaecidas en Japón reportará, sin duda, cambios de todo tipo incluso para este pueblo de apáticos ensimismados volcado en esas sombras de ilusión que nos proyectan diariamente en las paredes de nuestra caverna. En algún momento nuestro equipo, nuestra selección, el fútbol y demás deportistas dejarán de ser el todo y tendremos que ocuparnos de lo que realmente nos interesa como colectivo.

La NHK sigue ofreciéndonos noticias alarmantes. La cadena pública japonesa viene desarrollando un trabajo en el que la imparcialidad no exenta de crítica es un ejemplo. ¿Sería posible algo similar en España?

Los especialistas de la Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y del Foro de la Energía Atómica aparecen también en la pantalla e insisten en que una situación similar no podría darse aquí. sus gestos y el modo de comunicar traiciona el mensaje.

Seguro que el ingeniero jefe que diseñó la central de Fukushima hizo su trabajo a conciencia. Entre planos y reglas de cálculo llego a la firme convicción de que los reactores nucleares resistirían los terremotos tan frecuentes en Japón. Se tendría que dar un cúmulo de casualidades para que en el futuro hubiese un problema se dijo. Son los mismos argumentos que esgrimen estos especialistas y políticos españoles que procuran tranquilizarnos.

Edward A. Murphy, ingeniero también, formuló su famoso principio que algunos elevaron a ley: «Si hay más de una forma de hacer un trabajo y una de ellas culminara en desastre, alguien lo hará de esa manera” Siempre es posible el desastre.

En TVE 24 Horas aparecen Sebastián, Cospedal e Iglesias - observará el lector que los coloco a todos juntos en el mismo cesto y sin orden - lo dicho por cualquiera de estas personas tienen para mí un valor muy similar. No hago distingos entre ellos. Nos dicen, todos, que nuestras centrales son muy seguras y que aquí no tiene porque pasar lo mismo. Grotescos, simplemente grotescos no por lo que dicen, que también, sino por el como lo dicen, en este caso sus caras son un espejo del alma.

A menudo me pregunto del porqué los medios dan tanto pábulo a nuestros políticos. La información patria gira y gira en torno a políticos y futbolistas. Acabaremos todos igual que ellos, gilipollas integrales.

Mi padre trabajó durante los sesenta en la central nuclear de Garoña, era empleado de ITASA una empresa de Bilbao a la que encargaron el aislamiento de la vasija del reactor. Estaba orgulloso de su trabajo. Esa central, junto con el superpuerto de Bilbao, la autopista a San Sebastián, la refinería de Somorrostro, el acceso a la meseta y la central de Lemoiz era la entrada a la modernidad y el desarrollo para aquella tierra. El pacto entre el franquismo y la oligarquía empresarial vasca cifraba en aquello el gran despegue.

Vuelvo a ver la NHK, me admira el temple de los japoneses y el modo de tratar este gravísimo problema, el Nikei suma entre ayer y hoy el 20% de caída y los muertos aparecen por centenares en las playas de Iwate, Miyagi y Fukushima. A pesar de todo sorprende la disciplina de un pueblo con una disciplina interna muy particular y forjado en las desgracias.

Cuando por Franklin J. Schaffner director del Planeta de los Simios hizo que Charlton Heston se postrara abatido y de rodillas en aquella playa ante la ruina de la Estatua de la Libertad no estaba haciendo un brindis al sol. No han sido pocas las películas que han antecedido a la realidad.

Conciliar el bienestar y la seguridad es el reto. La confusión se instala hasta en los ámbitos que creíamos mas concienciados, hemos visto, hace cosa de unos meses, como los sindicatos mayoritarios exigían la continuidad de la central atómica burgalesa con el objetivo de seguir manteniendo los puestos de trabajo. No son los únicos, cuando tocan nuestro bolsillo o nuestra silla lo que era ayer deja de serlo hoy. En este caso, como en otros, el interés de la mayoría vinculado a la seguridad es el que ha de prevalecer.

Las otras energías alternativas serán caras pero no habrá más remedio que acometer esas inversiones y tendremos que acabar de una vez por todas con el derroche de energía ¿Serán capaces nuestros políticos de tener en esta ocasión una grandeza de miras? Lo veremos.

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