Se veía venir, el odio y el fanatismo militante de una derecha crecida durante estos últimos veinte años de retroceso en el mundo desemboca inevitablemente en sangre.
La que proviene de la violencia de los que han sido desposeídos, la que ejerce los titulares de la ley y el orden contra esos mismos desposeídos, la que surge de mentes enfermas y no tan enfermas cocinadas al abrigo del fuego que calienta el té de la sinrazón.
La que cada día oímos y vemos en ese engendro ¡creado por el gobierno socialista! llamado televisión digital terrestre con multitud de emisoras que noche tras noche se dedican a envenenar la convivencia.
La izquierda está desarmada. Reconozcámolo. Sin medios y sin argumentos se ve resignada, qué digo resignada, obligada hasta por sus propios portavoces a seguir una política de bajada de pantalones indigna. Falta de credibilidad y gestionada por unos titulares crecidos en la marmita del compadreo de los dirigentes sindicales y políticos vemos como arrían las banderas una tras otra .
No hay nada nuevo bajo el sol. Entre la teoría del fin de la historia y el eterno retorno de los estoicos reformulado por Nietzsche, me decanto por el mito griego. No hay nada nuevo bajo el sol. Condenados a repetir la historia volvemos a cogerla donde otros la dejaron a principio de los treinta. El entreguismo de los socialdemócratas en los albores de la primera guerra mundial y la posterior crisis económica posibilitó el crecimiento del monstruo fascista en Europa.
No tiene porque ser ahora las cosas como fueron en el pasado, esa pequeña esperanza abriga el que esto escribe. Esa cámara de compensación, ese pendular movimiento entre las épocas en las que se trabaja para el bienestar de los más y esa otra en las que se trata de retener el beneficio y el bienestar para los menos no tiene porque llegar necesariamente a los extremos.
La congresista demócrata Gabrielle Giffords ha sido tiroteada en Arizona. En el acto murieron mas personas, hasta seis señalan los diarios, mientras se encontraba en un supermercado dirigiéndose a sus electores. El Tea Party entona el consabido “yo no he sido, yo no he sido” mientras hacen girar una mano sobre la otra. El padre de la congresista acusa al emporio neo-fascista americano ligado al Partido Republicano de estar detrás del crimen. Esté o no esté detrás, la siembra del odio tiene esto, ese mismo odio que noche tras noche, mañana tras mañana, algunos medios de la ultraderecha española expanden por las ondas y por el papel escrito. La izquierda oficial, como siempre, pensando en cual habrá de ser el próximo trofeo que habrá de entregar a la reacción. La otra izquierda, la que no es mayoritaria, sigue en ese eterno juego de mirar a las nubes y pasar por el cuchillo (figurado) a los propios.
Hoy es domingo y hay vídeo. Wim Wemders rodó en 1982 una espléndida película en la frontera con Méjico, concretamente en Tejas. Esta película, Paris Texas tenía un bellísimo tema, Canción Mixteca. Les ofrezco la canción en la voz de Harry Dean Stanton su protagonista. Va en homenaje de todos los antifascistas y de los que luchan por la dignidad de las personas, por la congresista que se oponía con fuerza a la ley antiinmigración de Arizona y por todas las personas que con gran riesgo personal aspiran a una vida mejor para sí y para sus hijos abandonando la tierra que les vio nacer.
La primera víctima del Tea Party. han tenido demasiada prisa en salir a desmentirlo. Hay algo más que mala conciencia.
ResponderEliminarTerrible, sin más. Y además muy preocupante
ResponderEliminarUn beso
En todo hay un responsable ideológico y en este caso es el Tea Party. Su discurso violento, su exaltacion del uso de las armas tiene estas consecuencias, que un descerebrado, y hay muchos en yanquilandia, se crea iluminado por una voz divina y se tome la justicia por su mano.
ResponderEliminarMalos tiempos se avecinan en USA, aqui ya los levamos padeciendo un año.
Salud, República y Socialismo