De lo que uno se entera cuando un parlamento, en este caso el de Castilla-La Mancha, decide que todos sus cargos públicos hagan anualmente una declaración de bienes. No es una declaración de intereses como ocurre en el Senado y el Congreso de los Diputados, sino que en la declaración de bienes se dice cuanto ganas y cuanto tienes. El gobierno de la nación también lo hace y por lo tanto, con esas informaciones sabemos que entre los políticos hay personas que son millonarias, otras que son ricas y algunas que tienen bienes muy parecidos a los que pudiera tener un oficinista del Banco de Santander.
El que se dedica a la política ha de tener un sueldo digno. Axioma inserto en la página cero del reglamento personal de cualquier cargo publico. Cuando el franquismo, no existían los sueldos como ahora pero las compensaciones llegaban por otro lado; Presencias en consejos de administración, comisiones por obras, negocios, chanchullos y demás.
Si uno se fija en lo que ganan los diputados llega a la conclusión de que hasta en esto del oficio político y dentro del mismo partido hay clases. Algunos triplican y cuadriplican el sueldo del compañero de la bancada, eso suele crear agravios comparativos, resquemores y las consabidas zancadillas para heredar el puesto mejor retribuido. Sueldo y poder en el grupo o en el partido son realidades indisolublemente unidas.
Nos hemos enterado que María Dolores Cospedal se lleva para cas una cantidad nada despreciable de 240.000 euros anuales. Argumenta, que se sabe lo que ella tiene porque es la más transparente de los políticos. Eso de ser la mas transparente tiene el inconveniente de que, sin quererlo, califica a sus propios compañeros y claro está, los deja como los deja.
Clasifiquemos. Hay quien se dedica a la política por puro servicio a los demás, por vocación pública. Los que han encontrado en esta actividad un modo de vida que quieren prolongar hasta que llegue la jubilación. Para ello hay que valer y por supuesto, tragar lo suyo; observen la ley del silencio imperante en los que en otra hora fueron críticos mordaces. Otros, aquellos para los que la sensación de poder lo es todo. Dejo para el final una cuarta clase, de estos hay pocos pero van camino de ser también una categoría, los que pertenecen a una familia o son herederos. Esta última clase, muy peculiar, abunda en los núcleos rurales, las ciudades y pequeñas provincias, lugares en los que el dedo del patriarca jubilado ha conseguido situar al retoño en la nomenclatura.
A todo político, sin distinción, cuando se le pregunta el porqué del estar en la política contestará, con el mayor énfasis posible, que está porque su vocación pública y de servicio a los demás forma parte de su visión de la vida. Ninguno de las cuatro o cinco categorías antes mencionada confesará que está por el dinero. A uno, Zaplana, se le escapó en la escucha telefónica de un famoso caso que fue sobreseído por el juez, que su aspiración con la política era hacerse rico. Al final lo ha logrado, dejó de ser ministro en la consabida patada hacia arriba y ocupó un puesto altamente rentable para su cuenta corriente en Telefónica.
Lo que Cospedal cobra me parece, sencillamente, obsceno. No quita un ápice a esa indecencia el que parte de su retribución sea pagada por el partido. Lo mismo opino de algunos sueldos que tienen los políticos de izquierda. Una cosa es tener un sueldo digno y otra muy diferente es la de acabar rico, que no millonario, con la actividad política. La acumulación de cargos obra la inmensa maravilla de la acumulación de sueldos.
Cospedal es la candidata a Presidenta de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha por el Partido Popular y puede darse el caso paradójico de que cuando sea presidenta gane menos que ahora. O sea, que a algunos, si ganan en las elecciones o les promocionan no le hacen un favor lo que le dan es una puñalada trapera.
En un marco de crisis como en el que nos hallamos, salarios y retribuciones como esas supone una burla a la ciudadanía. Ocurre exactamente igual con las pensiones e indemnizaciones de los miembros de Las Cortes o los puestos vitalicios derivados de la política. Cuando se cuelan, se deslizan, a la opinión pública noticias como estas, repiquetean brevemente en los medios, pero pronto desaparecen. No hay materia. No hay debate. No hay venta de periódicos ni minutos de televisión. Nunca formara parte del arsenal de reproches mutuos entre los partidos. En eso, todos están conformes, porque eso es lo primero suelen acordar los partidos en las instituciones en las que se encuentran.
El gran argumento, el único argumento que suele emplearse contra los que critican los abusivos sueldos de algunos políticos, es siempre el mismo; Primero: Criticar a los políticos por esta cuestión es demagogia. Segundo: Además, eso supone remar en favor de aquellos que no creen en la democracia. Tercero: Tenga cuidado al hablar de estos asuntos, es tabú y quien ose hablar de ello puede ser tildado de resentido, demagogo e incluso, puede que un peligroso enemigo del sistema democrático.
Bien, si usted, amable lector, es político, coja el argumento anterior y expónganselo a quienes no llegan a final de mes, esté en la cola del INEM o no tenga que llevarse a la boca. Pero antes, siga el consejo, cálzese unas deportivas y corra, corra lo suficiente para que las piedras no le alcancen.
Volvemos a lo de siempre, la izquierda ha de tener eso bien presente si quiere gobernar. Esa, lo de las retribuciones, es una de sus cruces. Sabemos que a los votantes de la derecha esa cuestión no les molesta salvo cuando los que cobran son de la izquierda. Ahora más que nunca hay que tener cuidado con eso. Hay cosas que hiere a la gente que vota izquierda y ésta es una de las más importante. Gajes del oficio
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