viernes, 8 de octubre de 2010

Raptados por Europa




De los ingleses sabemos que se consideran los genuinos herederos, aunque no sean latinos, del espíritu y la ética del imperio romano y a pesar de ello, rechazan mayoritariamente lo continental. Son los euroescépticos por excelencia.

De los franceses siempre hemos desconfiado, con los vecinos suele ocurrir eso. Sospechamos que lo suyo con Europa tenía algo de sueño napoleónico. De los alemanes, tal vez los más europeos conjuntamente con los belgas francófonos y los españoles, nunca han llegado a entender, salvo los fundadores de aquella primera Comunidad del Carbón y del Acero, que el continuo proceso de unión europea surgía como una necesidad y perseguía el objetivo de evitar en el futuro los sangrientos conflictos que durante siglos azotaron Europa. En la actualidad, y con Merkel en el poder, esto lo sabemos todos, el europeismo alemán tiene su razón de ser en el mercantilismo más descarnado.

De los nórdicos, para que hablar. Son países atrapados en una ética luterana que ha marcado de modo muy singular su devenir desde hace ya unos siglos. Siempre desconfiaron de Europa, siempre fueron autosuficientes. Su ética ha sido, desde hace siglos, su principal escudo; Una vida austera, casi ascética. El ahorro y el comedimiento en el centro de sus vidas. Con el respeto a lo colectivo y a lo social que practican han dado el mejor ejemplo de sociedades modernas, tolerantes y pacíficas que podría darse al mundo. Ellos también son euroescépticos. Entraron en la Unión Europea buscando al gran guardaespaldas con el que protegerse ante el gran vecino del Este. Noruega no ha entrado en la Unión Europea y otros países, como Suecia y Dinamarca entraron en la UE pero no lo han hecho en el euro. Sabían lo que hacían.

Para nosotros los españoles, Europa era la única salida que vislumbrábamos con la que salir de nuestra negra historia; Europa era la libertad, la seguridad y el progreso. Deseábamos ser, mejor dicho, estar en Europa. Los españoles siempre miramos la conveniencia de las cosas - los Reyes Católicos fracasaron porque dejaron a mucho converso por aquí - y de esa conveniencia mencionada antes surgió nuestro amor por Europa.

Le hemos sacado jugo, vaya que si le hemos sacado jugo a Europa. Gran parte del IVA europeo ayudó a redimir a este país de la pobreza en la que se encontraba; FEDER, Fondos de Cohesión, FSE y FEOGA. Dinero y dinero que ha llegado a espuertas, con los que hemos hecho autovías, puertos, aeropuertos y ferrocarriles. Equipamientos comunitarios, ayudas a la agricultura y ganadería.

Europa ha hecho ricos a burgueses que compraron fincas para recibir las subvenciones agrarias, un auténtico chollo, fruto del saber. Europa ha engrandecido a nuestras empresas constructoras. Europa ayudó a tranquilizar y narcotizar a sindicatos y organizaciones empresariales a través de los fondos sociales. Crearon un parlamento, para dar la impresión de que Europa era algo más, un parlamento sin funciones, con el único objeto de gratificar a un enorme caudal de políticos amortizados en sus países de origen. Luego se quejan de que los ciudadanos no vayan a votar a esos representantes que ingresan salarios por encima de los siete mil euros mensuales, que pueden colocar de ayudantes a sus familiares y se jubilan con 63 años y que no se sabe bien que hacen en Estrasburgo.

Todo iba bien hasta que llegó la crisis. Esa Europa grata, siempre presta a sacar el dinero del bolsillo para beneficiar a los pobrecitos del sur y del este nos mostró al final su verdadero rostro; El sentido final de tantos esfuerzos.

Ahí entendimos, algunos lo sabíamos ya desde mucho antes - durante cinco años participé semana si y semana no en reuniones con la Dirección General XIII de la Comisión Europea - lo que en verdad significa Europa.

Europa es un poco más que la legión de burócratas neoliberales al servicio de lo único que realmente manda allí: La Comisaría de la Competencia. Proteger la libre competencia implica liberalizar la economía. Desde la liberalización a ultranza surge la necesidad de reducir el peso de lo público y de ahí, la reducción de salarios y condiciones de trabajo para ser competitivo. Todo lo demás, quitando las ayudas que se han recibido, ha servido a esa intención suprema de crear un mercado desregulado. No fue ese el sueño de sus fundadores, la mayoría, demócratas cristianos muy comprometidos con la política social.

Hemos perdido nuestra soberanía. Ese acto que tan estúpido nos parecía de algunos países europeos, que viven mejor que nosotros, al negar la constitución europea mientras aquí como buenos e ignorantes europeos la votábamos afirmativamente mas que en ningún otro sitio tenía su sentido. Hemos perdido nuestra moneda que ahora sería fundamental, una vez devaluada, para recuperar la economía en menos tiempo. Tenemos que seguir una senda, la que nos marca Alemania, Francia y el mercado. Nos endeudamos y ahora no sabemos como salir de esta. El FMI nos ha enviado un recadito. Hay que hacer más, hay que recortar más el déficit. Siete años nos separa, de ir bien las cosas, de la vuelta a la normalidad.

De la octava economía mundial, con lo orgulloso que estaba Zapatero de haber pasado a Italia y estar cerca de Francia, a ser el país número doce.

Europa fue nuestro mejor escudo contra la dictadura. Europa obró el milagro de que estos empresarios azulones y autárquicos se convencieran de que era mejor saquear de ese modo brutal al que estaban acostumbrados al tercer mundo, a que siguieran explotando, de ese mismo modo, a sus conciudadanos. Guardaron su camisa en el armario para tiempos de necesidad, los que se avecinan, y fueron los más fervientes europeístas.

Pero ahora, como en las canciones, Europa se ha manifestado como una mala madre. Del mito del rapto de Europa por parte de Zeus a lomos de un toro bravo hemos pasado a un toro, el español, por parte de Europa. Al final también hemos entendido que Europa no existía, que en lo económico, lo único que cuenta, Europa es tan solo Alemania, Francia y el Reino Unido y sus intereses.

Mientras, parte de Hungría y del Danubio que con el Rin marca el alma de Europa se muere. Europa no mira para allí, la máquina burocrática sigue mirando para otro sitio, para el brillo dorado.

5 comentarios:

  1. Menudo inventario de prejuicios nacionales basados en los topicazos de costumbre sobre ingleses, alemanes y demás. No es frecuente que un artículo que comienza tan mal acabe terminando tan bien. Otro de los méritos que le corresponden a usted.

    P.D.: Y eso de los ingleses y el Imperio Romano, ¿de dónde lo ha sacado? No habrá estado viendo una de esas grotescas pelis sobre mitos artúricos o legionarios perdidos en el bosque.

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  2. Los prejuicios no son tales si no arquetipos y actuaciones políticas. Usted puede discrepar, poor supuesto, pero no discrepa tan solo de mi, si no de otros muchos que así opinan.

    Sobre lo inglés y lo romano creo recordar, hace tempo de ello, pertenece a una aseveración de Robert Graves ( Yo Claudio )en el prólogo de su libro o en un comentario sobre su libro y otra creo que pertenece a Lewis Carroll.

    Esa misma opinión la he leído en algún que otro historiador y filósofo ingles aparte de Edward Gibbon que ahora, lo lamento de veras, no recuerdo.

    saludos,

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  3. Hemos abrazado a Europa, hemos sido los primeros en unirnos a la UE porque nos interesaba, para subirnos al carro de los más ricos y como dices hemos recibido muchas ayudas, ahora se nos corta el grifo, en algún momento tenía que ser. Y entonces empezamos a lamentarnos de pertencecer a la UE, cuando tenemos que empezar a pagar las deudas o cuando sencillamente ya no nos dan más ayudas.
    Un abrazo.

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  4. Frente a una España cerrada Europa era el paraiso. Pero los paraisos no existen más que en las novelas y en las películas en alta definición. Lo estamos aprendiendo.

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  5. La integración europea es una buena idea PERO... sólo si es una Europa de las Personas antes que una Europa de las Empresas, sólo si es una Europa de la gente antes que del dinero. En definitiva, hemos de torcer, si queremos que esta construcción sea algo positivo para todos, la rama hacia lo social, hacia el Estado del Bienestar —empujando para reformar todo el entramado institucional que haga falta modificar— y no permitir que continue torcida esa rama hacia lo neoliberal, hacia la libertad absoluta para el dinero por encima de la libertas para la persona.

    Saludos,

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