miércoles, 25 de agosto de 2010

En el calor del verano (I) La mala conciencia



El actuar en la política de izquierda como un mecanismo de liberación del peso opresor que ejerce el sentimiento de culpa no es nada nuevo. Es tan antiguo, al menos, como la revolución francesa en la que los nuevos conversos a la causa de la revolución procedente de las filas aristocráticas se debía por igual al instinto de supervivencia como a una convicción influenciada por los enciclopedistas y que iba mas allá de los vínculos familiares y sociales. La doctrina social de la iglesia y la de los escritores sociales y comprometidos procedente a su vez de las clases pudientes propiciaron el clima adecuado a lo largo del siglo XIX.

Mala conciencia. Por supuesto, aunque algo tenga que ver con ella, no me refiero a ese sentimiento que con el mismo nombre tiene su origen en Nietzsche. Me refiero a esta otra, tan común, que hace que determinadas personas que no habiendo “sufrido” los rigores en su vida por su pertenencia a una determinada clase se vincula, sin embargo, emocionalmente a ella.

Hablo de “clase” sin pararme a pensar que es este, un término que por día que ha desaparecido en la práctica del lenguaje político. Hablar de clase en el sentido en que lo hacíamos hace unos años es poco menos que un disparate. Hablar de clase obrera aún lo es más. Una legión de sociólogos (Giddens, Bells, Gouldner), algunos desde una hipotética izquierda, decretaron el final de la sociedad de clases. El sentimiento de pertenencia a una clase desaparecía (nominalmente) mientras que las condiciones reales por las que un determinado individuo pertenece a una clase u otra se hace a medida que pasa el tiempo, más evidente (disparidades de renta, paro, pobreza).

Pienso que el cultivo del desarraigo, del sentimiento de pertenencia a un determinado estrato social era el paso previo necesario a la deslegitimación de políticas hechas en nombre de ese estrato social. A ello ha contribuido en gran medida el señuelo del hombre hecho a si mismo y la igualdad de oportunidades que teóricamente nos ofrecía el capitalismo americano. Gran mentira, enorme mentira.

Que las clases se hayan vuelto mas permeables entre sí, que el peso de los “blue collar” en las estructuras productivas hayan disminuidos a favor de los “white collar” que modas, costumbres y cultura hayan posibilitado esa ósmosis entre clases y que el deporte, gran demiurgo de nuestro tiempo, pueda sentar en una grada o ante el televisor y con unas mismas emociones a personas de clases muy distintas y distantes entre si, no significa que haya desaparecido la diferencias de ciudadanos en función de su poder adquisitivo y que por lo tanto, esa vivencia, esa realidad económica haga precisa una ordenación de las aspiraciones políticas. Digamos que si bien las clases son menos clases en sentido de su estanqueidad no lo son en cambio en la medida en que perviven las condiciones que le han dado origen y por supuesto, su razón de ser en cuanto al ordenamiento político.


Hay una amplia avenida, como si un enorme caudal sanguíneo fuese que permite a determinadas personas el zambullirse durante un tiempo en lo “rojo” para lavar la mala conciencia. Allí entre los que nacieron en ese caudal y seguramente morirán en ese caudal, vía ONGs o que antes se consideraba partidos de clase, conviven todos; Los desheredados a los que sin más, se le han privado del poder ser clasificado y los que no lo son, bien sea por su cuna o porque han sido capaces de salir, merced a su esfuerzo y estudio, de su situación primera. Están los que precisan seguir lavando a diario su conciencia y están los otros, los que aspiran a ser los guardianes de ese torrente, encauzar o civilizar las demandas de los que forman el cuerpo central de esa corriente. Comprendo a los primeros. Los sentimientos de culpa pueden ser tan fuertes que te obliguen, era habitual antes, a vestir la pana e ir desaliñados, soltar tacos (?) y ser mas rojo que el rojo natural (gauchismo o gochismo).

Los segundos, los que aspiran a ser guardianes del torrente y que acaban siéndolo por su mayor preparación, capacidad y sentido de la organización son los que han conseguido devaluar el sentimiento de clase y cambiar las bases por las que históricamente una organización se consideraba de izquierda. Son los que han propiciado que mucha gente se considere actualmente huérfanos y desamparados en sus aspiraciones políticas. Ellos estarán lo justo, el tiempo necesario para conseguir sus fines personales. Mas tarde, en virtud de unas determinadas circunstancias se agarraran a unos de esos cables que los suyos les tiran y con la misma, saltaran nuevamente sobre el muelle a cualquiera de esos puestos tranquilos en los que se sentirán seguros y amparados el resto de sus días. Es la vuelta al redil, procedentes de familias establecidas o a lo mas selecto de la sociedad buerguesa en realidad, nunca dejaron de pensar y actuar como miembros de la clase que les vio nacer. El torrente seguirá por el camino abajo a la espera de que nuevos martirizados por su conciencia ocupen el lugar que otros han dejado. La corriente seguira arrastrando a los mismos y ellos, los guardianes habran cunplido con la sagrada misión de moderar, encauzar y evitar que la espuma salte por encima del muelle.

6 comentarios:

  1. Hola amigo:

    A mi me gustan los otros, esos que no por mala conciencia sino por convencimiento profundo deciden ponerse a favor de los que menos tienen, de los más desfavorecidos. En la primera foto muestras a Michel Foucault que era una persona de este tipo. Otro es Noam Chomsky. Aquí en España tenemos a gente de este tipo, pero los tienen muy silenciados; está Vicenç Navarro y también Carlos Berzosa. Pero las cosas están cambiando, se aprecian movimientos; esperemos que cuajen. Sea como sea la Iniciativa 15% está dando sus frutos. Pronto se hará público lo que está aconteciendo en Andalucía, existe un movimiento interesante de grupos locales y movimientos sociales que quieren sumar en las elecciones.

    En Extremadura ya se habrá enterado que hemos suscitado una intervención en la prensa regional del mismísimo portavoz del grupo socialista-regionalista en la Asamblea de Extremadura. En la anterior entrada hablo de ello. La última la dedico a hacer un llamamiento, a ver si en Plasencia también podemos montar una Cooperativa Socio-Política que se presente a las elecciones municipales.

    Recibe un muy fuerte abrazote amigo.

    ResponderEliminar
  2. Tremenda reflexión: para poder acabar con las políticas hechas en nombre de la clase obrera, antes había que acabar con el sentimiento o conciencia de clase obrera.

    En Sociología del Consumo, una enseñanza de la Dip. de Estudios Empresariales, nos hablaban de varios conceptos relacionados: distintas definiciones del concepto de clase social; el carácter dinámico de la pertenencia a una clase vs. el estático de pertenencia a una casta o un estamento; el rol; la clase de pertenencia vs. la clase de referencia; el estatus...

    Cuando leo escritos suyos de esta índole me lo imagino como una especie de Panoramix o Gandalf, aquellos sabios de la ficción literaria, venerables ancianos que con su sapiencia podían ilustrar a los demás con los que colaboraban. Entiéndase el tono jocoso y el énfasis en la experiencia y no en la edad, claro.

    Hace unos meses, el Prof. Navarro explicaba que la conciencia de clase trabajadora había posibilitado en Escandinavia hacer e insistir en ciertas políticas de redistribución económica, de Servicios Públicos que en los lugares como España, con más conciencia de clase media, no se habían podido hacer con tenacidad y constancia.

    Paradójicamente, observaba yo, podría suceder que si en una sociedad hay conciencia de clase trabajadora, mediante el Estado del Bienestar se podía generar una clase media potente y creciente, a costa de las dos clases extremas, la más y la menos pudiente. Por el contrario, si en una sociedad hay conciencia de clase media —muletilla que encanta a las distintas derechas políticas, económicas y a sus medios de comunicación y persuasión—, el desmantelamiento de los Servicios Públicos de Estado del Bienestar que se favorece acaba generando un adelgazamiento de dicha clase media y un crecimiento de las otras dos clases situados en los extremos.

    Saludos,

    ResponderEliminar
  3. Javier,

    La historia nos ha mostrado ejemplos sublimes de personas que lo han dado todo por lo demás. Por supuesto no me refiero a ellos. Son los otros (siempre son los otros), los que en realidad ni sienten, ni viven, ni sufrieron ellos o sus padres. Fabulosa la lista de hijos de papa que hay en el PSOE y no son los que se caracterizan ni por ser los mas democráticos, los mas tolerantes o los mas de izquierda.

    Buena la han liado ustedes en Extramadura. Ciertamente ha habido repercusiones en la prensa y supongo que en la sociedad.

    saludos,

    ResponderEliminar
  4. Sr, M,

    El escrito obedece a pensameinto persistente a lo largo de lso últimos tiempos. Seguire con otro sobre la Nueva Vía y sus resultados ( espero) No me ofende lo de la edad. Tiene usted razón en lo de la invocación del profesor Navarro y Noruega que había que hacer extensivo a algún que otro país nordico. En lo que manifiesta sobre la autocensura o castración a la que se somete en sus aspiraciones la clase media hispana.

    Es evidente, que la desaparición de la clase media, fenómeno habitual en las situaciones de crisis económica de la virulencia de la actual genera un clase social alta mas celosa y guardiana de sus privilegios , la pauperización de las clases medias y una desideologización de las clases bajas que suelen abandonarse a una suerte de nihilismo, sobre todo, si es como en esta ocasión existe unos representantes políticos vinculados en teoría a las clases bajas que no son tales. Le animo a escribir sobre estos asuntos vía post, hemos visto que lo del foro no ha ido mas allá y quizá sea conveniente ampliar a otros intervinientes.

    saludos

    ResponderEliminar
  5. Me falta terminar un poco que me queda del libro de J. Rifkin "El fin del trabajo". En cuestión de décadas, antes del final de este siglo, es previsible que el trabajo humano haya sido sustituido en su mayor parte por el trabajo mecánico, automático y electrónico.

    La conciencia de clase trabajadora no tendrá tanto sentido entonces, en un mundo con poco trabajo, la mayoría eventual y de jornada parcial, como el sentido que llegó a tener en los años 45-50 como base ideológica de las políticas de redistribución de riqueza nacional para todos los ciudadanos, en su mayoría trabajadores, que tan buen resultado dieron donde y cuando se aplicaron. En ese futuro, la mayoría de ciudadanos no serán trabajadores como hoy los entendemos.

    Un ejemplo práctico: el otro día usé por primera vez la nueva línea 9 del Metro de Barcelona. Los trenes subterráneos urbanos de esa línea funcionan sin conductor humano. Conduce un ordenador. Tuvieron que ajustar el software este verano porque dio problemas. Estuvieron dos semanas cerrados. Pero ahora ya conducen mejor que cualquier humano. Me quedé asombrado. Un puesto más que desaparecerá. Los trenes podrán funcionar 24 h./día, 365 días/año sin pagar el empresario salarios, ni vacaciones, ni Seguridad Social, ni afrontar huelgas o protestas...

    Esto plantea otros peligros económicos y sociales, en los que no entraré en este comentario porque se volvería inmenso. Hay soluciones a dichos problemas deseables y otras indeseables, en cualquier caso.

    Habrá que comenzar a trabajar pues, desde ya, en un nuevo paradigma que se vaya afianzando progresivamente, sin prisa pero sin pausa, a medida que el desempleo va aumentando a causa de la reorganización de la producción en esta economía postfordista.

    Dicho paradigma, heredero de la conciencia de clase trabajadora, bien podría ser una ética del servicio a los demás, a nuestros vecinos, a nuestra comunidad; una ética de la participación democrática directa, de la ayuda mútua, de la conciencia crítica social, del voluntariado...

    Si la ética del trabajo perdura en un mundo sin trabajo tal como se ha conocido en los últimos 200 años aprox., habrá grandes disturbios al sentirse desplazada buena parte de la población.

    La nueva conciencia de clase trabajadora, el paradigma heredero de ésta que sirva para fundamentar políticas de redistribución de la riqueza nacional podrá comenzar, entre otras cosas, por la exigencia de la reducción de la jornada laboral máxima (manteniendo todo o la mayor parte del poder adquisitivo); la implantación de un Salario Social o una Renta Básica; la potenciación de las asociaciones cívicas de servicio a la comunidad local sin ánimo de lucro; la potenciación de las redes (nacionales e internacionales) de estas asociaciones...

    Hará falta ir pensando también en pasar carga fiscal desde la tributación sobre el trabajo (cotizaciones, etc.), que irá siendo más escaso, hacia la tributación sobre las ganancias del capital, que serán mayores.

    Creo que estos dos comentarios dan para una publicación en mi página, sí :-P Estos días publico mucho menos allí porque estoy preparando también otros proyectos.

    Saludos,

    ResponderEliminar
  6. El problema es que hacemos con las bocas que se están quedando ya sin alimento, los cuerpos sin vestir y las familias sin hogar. Así las cosas están cobrando su utilidad las sociedades que se niegan a "progresar" y basan su sistema de vida en la autarquía y la autosuficiencia. No se al final los creadores de Armagedon y los de Mad-Max van a tener razón.

    Desde ese punto de vista sobra ya los partidos socialdemocratas que se estan viendo desbordados por la falta de cometido, de definición de objetivos y han caído en el descrédito por no cumplir con aquellos que dicen defender.

    Sobran también los "servidores a los demás" habría demasiado. Si es asistido este campo por el Estado falta recursos, nadie quiere que le suban los impuestos y además desempeñan funciones sujetas, tambien, a la automatización.

    Todo esto me huele mucho a vuelta al campo, economía de subsistencia y mantener un rifle en la alacena.

    saludos,

    ResponderEliminar