lunes, 10 de mayo de 2010

La Beautiful





Regalé tiempo atrás un libro a Marga su título, “Confesiones de una dama indigna” es la continuación de las memorias de Esther Tusquets propietaria de la Editorial Lumen. Me pareció atractivo el título y algunos de los comentarios que se hicieron en las radios amigas. Ya se sabe, estas cosas funcionan así. Cuando alguien escribe un libro, monta una obra de teatro, graba un disco o dirige una película pone en marcha la “rueda de relaciones” que publicitan al máximo la “obra”. De ese modo el adicto a la radio o a los magazines de televisión ve al mismo personaje en este programa, en el otro o en el de más allá.

Tusquets relata en su libro los felices sesenta y setenta, nos expone las vivencias de aquel grupo de la gauche divine de Barcelona, hijos todos de buena cuna, descendientes de abuelos y padres de la mas rancia derecha catalana, ovejas negras en suma que bien podían jugar a ser izquierdistas, siempre había al final de la jornada una buena casa, una mas que aceptable comida y siempre, siempre, el maravilloso veraneo en la casa familiar de la playa, preferentemente en la Costa Brava. Así consta en el libro, nada me invento. Sobre el interés del libro, nada, se lo pasaban muy bien.

En la izquierda siempre ha existido el izquierdista vocacional normalmente formaban grupo, no se como será ahora. Expertos como pocos en la capacidad de relacionarse, suelen ocupar posiciones de temporada en las instituciones y la administración. Otras veces, tratan de influir en los que tienen la responsabilidad de gobernar sin mancharse en eso, para ellos tan vulgar, de codearse con la militancia.

Habitualmente estos personajes se conducen como el rayo de luz en la Anunciación de María traspasan el cristal sin romperlo y sin mancharlo. Siempre hay un angel Gabriel que anuncia a toda la parroquia militante las capacidades y virtudes de estos tesoros hasta ahora no descubiertos.

Aparecen como las aves de temporada y en fechas previas a las elecciones de la mano del mandamás de la localidad asisten a reuniones y actos con el objeto de que los conozcan medios y militancia. Hasta entonces, nadie había aventurado que fuesen cercanos al partido y por supuesto, apenas se sabía de su querencia por la política, se le había visto en la prensa o habían oído hablar de ellos, de sus logros populares, deportivos, empresariales, sociales o culturales. Esta última actividad es la que suele nutrir en gran modo esas novedosas incorporaciones a la política.

Eso mismo también suele ocurrir en los niveles de la política con mayúsculas, aquí hablamos ya de auténtica beautiful. Los hay en todos los partidos. A veces los utilizan para que “tiren” de la lista y luego cuando ven que no son llamados a responsabilidades mas propia de su alcurnia se rebotan, abandonan la política y vuelven a la vida civil.

Hay beautiful en todos los lugares, desde el más pequeño pueblo hasta el gobierno de la nación pasando por el parlamento y los gobiernos autonómicos.

En tiempos pasados, muy pasados, había socialistas que se acercaban a sus partidos y en general a los partidos políticos de izquierda por estricta necesidad. Impulsaban unos partidos que era a la vez su tabla de salvación en sociedades extremadamente duras. Estos no eran socialistas vocacionales, o al menos no estrictamente vocacionales. Eran socialistas y gentes de izquierda por pura necesidad.

La circunstancias han cambiado, ahora la clase obrera clásica no suelen nutrir los partidos políticos de izquierda, al menos en las grandes capitales, a lo más quedan en ellos algunos viejos trabajadores ya jubilados. La mayoría han huido a los sindicatos, ahí en esos lugares aún pueden disponer de la mínima cancha que las burocracias les dejan para trabajar por lo que creen.

En la descapitalización que vienen sufriendo los partidos de izquierda de sus bases naturales radica en parte el alejamiento de la práctica política de izquierda de los partidos de izquierda.

Abramos la puerta, preparemos la pasarela y asistamos al desfile de divos y divas, esta temporada se adivina apasionante.

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