Es posible que en esto tenga que ver algo parecido a la soberbia. No suelo entender bien el juego de un determinado tipo de relaciones humanas que basa sus argumentos en la actitud pedigüeña o victimista. Todo ese rito asociado a lo anterior del ir y venir, del “A ver si podemos tomar un café uno de estos días”, del asomarse para salir en la foto, del “Qué hay de lo mío” etc. Soy muy torpe para moverme en ese ámbito y quizás haya sido esa la razón de mi incapacidad para entender el juego de la alta, la mediana y la pequeña política. No quiero decir que esto sea malo en el oficio, ni censuro a quien así se mueve, solo digo que en mi caso, siempre me he encontrado ahí como en un terreno hostil.
Hace tiempo que me percaté de que la mayoría de las veces el éxito de un político o sindicalista en la pequeña y mediana cosa pública consistía, en lo básico, en moverse bien, muy bien en el ámbito de la barra de un bar, tomando un café o en las mesas de un mediano restaurante practicando el arte de la seducción, la lástima, el compromiso o simplemente arrastrarse ante quien tenía el poder. Cualquier cosa puede valer solo depende del que pide y del que concede, de la integridad o la servidumbre. De la “Gran política” nada sé, pero supongo, que será algo muy parecido a lo anterior pero, eso sí, a lo grande. Lo de estudiar, trabajar y proponer alternativas, sobre todo en estos tiempos y, exceptuando a unos pocos, pertenece a un rango menor, esas tareas quedan para una serie de personajes oscuros a los que no se les deja asomar la cabeza al exterior, por si acaso. Al final, las cosas son como son y corresponde a las relaciones sociales el abrir las puertas, la consiguiente promoción y el logro de los objetivos colectivos o personales. Eso no quiere decir que haya bastantes excepciones, que de todo hay.
A pesar de todo esto, cada vez que veo las babas, los ir y venir, las miradas dulces y los párpados caídos de nuestros representantes el estómago se me vuelve de revés. Porque siempre hay a alguien que pedir, alguien de quien chupar imagen, alguien de quien se puede decir hago esto porque es bueno para mi país como si no se supiese que casi siempre tras una intención de un hipotético bien colectivo subyace un interés personal.
Aznar, sus pies encima de la mesa, el acento tejano tras la estancia en el rancho, la boca entreabierta y la sonrisa bobalicona me trae malos recuerdos. Sin llegar a lo de Aznar, el pasar de no levantarse en un desfile ante la bandera americana a un correr, rezar y asentir a todo por estar con Obama me sienta fatal. No es lo que yo entiendo como dignidad, porqué no vamos a llamarla así, patria.
¿A qué viene esto? Pues porque yo pensaba que lo del numerito de Obama, si, ese momento planetario esperado y anunciado por Pajín con ocasión de la cumbre Europa-USA, quedaba atrás por fin y que ya nos íbamos a dedicar, pasado el glamour del momento, a lo que realmente importa a este país y sus ciudadanos. Pues bien, de eso, nada de nada. Seguimos con la misma historia.
El amigo americano no ha considerado, creo saber porqué, de interés el venir a Madrid, pero como esa no es la cuestión ahora, pues no la vamos a tratar. Lo que no puede ser es que el reciente Premio Nobel de la Paz vaya por ahí rompiendo corazones de ese modo. Aquí en este país se le quiere, le quiere nuestro presidente, le quiere nuestro rey, le quiere… Pajín.
Obama ha recibido al Rey, no se porqué ni para qué. Ha desayunado con él y eso me parece bien. Se ha dicho por ahí Juan Carlos es amigo de Hillary y de varios asesores de Obama y esto ha servido para abrir las puertas al rey que por cierto, se mueve en esos ambientes como pez en el agua. Lo que no aguanto, lo que llevo de perdición es esa insistencia nacional en que venga. Reconozco que por muy político que sea el asunto, no deja de ser patético el dar tanta tabarra al pueblo, al Obama y al sursuncorda para que este buen hombre venga de visita a España.
A veces me dan ganas de eso, de coger la nacionalidad europea, algo que no existe pero que debería de existir. Algunos podríamos adherirnos a ella para no pasar por la vergüenza a la que nos someten diariamente tantos y tantos compatriotas situados por ahí arriba y no solo en la política.
Os dejo este vídeo de Moratinos. Me cae bien el ministro, al hombre se le nota hasta el gorro del asunto este, en el modo en que trata de salir al paso de las consabidas preguntas sobre la dichosa visita del americano a España. ¡Por Dios, que las hipotecas y el empleo no lo va a solucionar el Obama si están igual o peor que nosotros!
Wenas!! Me alegra pasar por aquí. Comparto tu opinión, algunos políticos van dejando la dignidad a su paso. Todo se resume en conseguir "la foto" o en ir a una comida, en vez de centrarse en resolver los problemas. Pero no olvidemos que los votantes solemos dejarnos llevar por esas apariencias, en lugar de pensar en qué hay detrás de ello. Es algo así como una estrategia de marketing.
ResponderEliminarQue venga o no Obama no creo que sea tan sumamente importante, si viene bien y si no pues ya vendrá cuando quiera; como tú has dicho no va a solucionarnos nada.
Saludos!!
El complejo del pequeño, aupado por el primo grande.
ResponderEliminarCierto que no está mal la publicidad, y el apoyo que se pretende, pero lo cierto es que la solución esta pisando suelo, en las calles. El mismo espacio que sufre el problema.
Salud