jueves, 11 de junio de 2009

La experiencia británica





Si algo nos viene deparando la noche electoral en toda Europa es la debacle que para el conjunto de la izquierda salvo en Grecia, Malta y Suecia ha supuesto. En todos los demás países la pérdida para las opciones socialistas o socialdemócratas ha sido sustancial. A la luz de estos datos vienen aflorando un conjunto de opiniones y reflexiones que desde pensadores progresistas insisten en una serie de argumentos claves.

No es la crisis la culpable. Ramoneda, Estefanía, Weber y otros insisten en esto, algo obvio ya que el coste electoral para los gobiernos de derecha y centro derecha no ha sido suficiente para que no hayan mantenido la primacía en estas elecciones. Tampoco es que la ciudadanía espere que dado un entorno de crisis, los que nos llevaron al desastre, la derecha liberal, sean los que nos saquen del atolladero en el que nos han metido. Argumentos manejados por los analistas de derecha y los medios de comunicación de la misma cuerda insisten en una lectura económica de los resultados que, obviamente, son muy interesados.

Siendo sustancial la pérdida electoral en España, es muchísimo más grave lo acontecido en el Reino Unido, Francia o Italia.

Es paradigmático el caso británico que se ha visto favorecido, sobre todo, por los escándalos surgidos en lo referente a los gastos de los parlamentarios que, no olvidemos, ha salpicado tanto a laboristas como conservadores.

Volvamos sobre las opiniones divulgadas desde pensadores de la izquierda. Según estos observadores, la razón del mantenimiento del voto de los conservadores habría que buscarla en la adopción como propias de políticas que tradicionalmente han sido elaboradas y sustentadas por la izquierda; las ligadas al mantenimiento del bienestar social y la igualdad, lo que ha desactivado en el electorado progresista, en gran parte, el temor a la derecha como una fuerza lesiva con respecto sus niveles de bienestar y democracia.

Del mismo modo, se viene señalando con profusión una idea persistente: la incapacidad de los partidos de izquierda para conectar con los segmentos de la población más proclives al mensaje de la izquierda.

Decía antes que el caso más claro es el de la izquierda en Gran Bretaña. Aquí no hay duda, las reformas impulsadas por Neil Kinnock en el seno del Partido Laborista consistente en la reforma de los estatutos del Labour, de la que se benefició posteriormente Tony Blair, posibilitó a este su acceso a la condición de líder. En el discurso inaugural del mismo Blair en Manchester se presentaba unas propuestas que ya en 1996 llevaba el necesario impulso a la educación, las cuotas de supervivencia para todos y un ordenador gratis para cada alumno británico en la escuela. Nada nuevo bajo el Sol.

Pongámosle nombre a esto, ya que las bases del sistema capitalista no pueden alterarse, dado que solo existe una economía posible, le podríamos llamar socialismo compasivo. Curioso, Bush denominaba a su opción como conservadurismo compasivo. Evidentemente creo que el impulso a la educación no ha de ser una política de izquierda o de la derecha, todos estamos interesados en élla.

Ese congreso y las reformas estatutarias conllevó la reducción, en gran parte, de las cuotas que las Trade Union tenía en la elección de parlamentarios y en los órganos directivos del propio partido dio como resultado la demolición del propio Labour como fuerza de izquierda. No quiero obviar que por aquél entonces las fuerzas de izquierda en el seno de los sindicatos eran crecientes y algunas políticas un tanto radicales y pocas realistas con el entorno eran auspiciadas por los grandes sindicatos de la energía y el transporte.

No hay que ver los éxitos electorales de Blair como un triunfo de la izquierda. La práctica política, la consabida Tercera Vía auspiciada por Giddens, Blair y Brown entre otros, no aportaron soluciones de izquierda; Los sindicatos perdieron su afiliación en más de un treinta por ciento, los procesos de privatización y desregulación prosiguieron, con menor énfasis que con Thacher, desde luego, pero prosiguieron. Como es sabido, las propuestas de Blair insistían sobre una idea base; la supresión de la discusión económica como discusión política: “Solo es posible una economía”.

Sabemos todos, aquí si, por propia experiencia el trance final de blairismo, su implicación en la guerra de Irak, el abrazo de las Azores, la amistad inquebrantable con Aznar y el misticismo religioso del final de sus días políticos.

Ese ha sido quizá el caso mas palpable que nos deparado una visión de una izquierda usurpada… o dejada usurpar.

Es en todo ese caldo de cultivo en el que se ha venido fraguando un final nada deseable para la izquierda en el Reino Unido o lo que es lo mismo, de aquellos lodos estos polvos. ¿O era al revés?

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