martes, 17 de marzo de 2009

Euskadi: ¿Socialistas?, ¿Españoles?



El resultado electoral en el País Vasco más que solucionar el problema de la deriva soberanista del PNV comandado por Ibarretxe puede llegar a ser una auténtica patata caliente encima del tejado de los socialistas.

En condiciones normales se habría entendido como lógico al ser el partido más votado el gobierno del PNV , ese esquema ha funcionado hasta muy recientemente en las sucesivas confrontaciones electorales. Habría sido responsabilidad del partido con mayor número de diputados el propiciar acuerdos estables o coyunturales con otras fuerzas políticas.


En las autonómicas catalanas se conformó en coalición postelectoral un bloque de izquierdas que apoyó al PSC-PSOE para la presidencia de la Generalitat. De esta coalición forma parte ERC partido en el que bajo un débil barniz de izquierda predomina su clara vertiente nacionalista. Entonces pesaba más la necesidad de desalojar un gobierno de casi dos décadas de los nacionalistas de CIU. Desde entonces el gobierno de Cataluña viene ejerciendo de una u otra forma una política que en relación con las señas de identidad de Cataluña; lengua, símbolos, cultura, deportes etc. no difiere en gran cosa con lo que en el pasado hizo CIU. ERC se encarga de enarbolar la bandera nacionalista en el seno del gabinete Montilla.

Quedan ante otras instancias como el Tribunal Constitucional y en el marco de negociación con el Gobierno español aspectos no resueltos que suponen de facto un enfrentamiento con el Estado en lo relativo al Estatut y en la financiación de la Comunidad. Cuestiones claves estas que sin duda pondrán a prueba el grado de integración de los socialistas catalanes en el proyecto socialista español.

En Galicia tras cuatro años de gobierno entre socialistas y nacionalistas de “izquierdas” este gobierno de coalición fue desalojado por la mayoría absoluta del Partido Popular. El desgaste sufrido tanto por los socialistas como de los nacionalistas ha sido fundamental en el acceso del Partido Popular al poder.
En consecuencia los acuerdos de gobierno con nacionalistas de izquierda están suponiendo de hecho no pocas tensiones con el Estado, tensiones añadidas a las que tradicionalmente se ha venido produciendo desde el País Vasco.

Solamente en el caso de Cataluña ha transcurrido el suficiente tiempo para que se puedan apreciar cambios en el modo de gobernar y sobre todo en el aire diferente que haya podido entrar en las instituciones autonómicas y renovar de ese modo el aire viciado de tantos años de falta de alternancia política.

En Euskadi con un resultado que no otorga la mayoría al bloque que en esa comunidad venía gobernando hasta ahora. Se abre por fin la posibilidad de la alternancia política de la mano del PSE-PSOE. Ahora bien, dadas las especiales circunstancias de la fragmentación política los socialistas solo pueden llegar al gobierno con el apoyo del PNV, cosa bastante improbable, o con los votos del Partido Popular.
En todo caso el gobierno de la comunidad por parte de los socialistas con el apoyo del Partido Popular nos ofrece un marco de grandes dificultades.

El PP va a poner un precio muy alto al apoyo, los argumentos que más pesan por parte de los populares son los que hacen referencia a la lucha contra el terrorismo y la violencia callejera y por supuesto el refuerzo de las señas de la identidad española; Educación, lengua, cultura, símbolos etc. Todos ellos en franco retroceso en Euskadi por la política nacionalista de los últimos treinta años.

Hay que tener en cuenta que son los elementos identitarios el núcleo central de las políticas nacionalistas con lo que la confrontación está ya servida de seguir milimétricamente las propuestas populares.

Por otro lado el PNV ha amenazado ya con el desgobierno de la comunidad mediante el empleo de su amplia red social, los colectivos afines y el poder en las instituciones que controla; Diputaciones, ayuntamientos, universidades, cámaras, cajas de ahorro etc. con el claro objeto de impedir el retroceso del nacionalismo que se produciría de seguirse la política que los populares demandan para el País Vasco.

En estos momentos no estamos hablando de que el PSE-PSOE fuese el partido más votado y que en buena lógica le correspondiese articular gobierno. Estamos hablando de que el partido más votado es relegado por acuerdos legítimos entre fuerzas políticas en base a un determinado programa de intenciones o gobierno. Con lo que el cabreo mayúsculo está servido.




Se contrapone pues el puro ejercicio democrático de: El que más votos recaba es el que puede gobernar frente a otro que tiene una casi concepción divina del poder. Del mismo modo en que las monarquías absolutistas y los dictadores consideraban que su poder emanaba directamente de la gracia divina, el PNV considera que el gobierno de la Comunidad Autónoma Vasca les corresponde a ellos merced a no se sabe que determinismo racial, histórico o divino y todo ello independientemente de lo que la mayoría de los ciudadanos decidan.

Se aproximan tiempos difíciles para la gobernabilidad en el País Vasco. El resultado de esta experiencia es difícil de aventurar. En el PNV sus dos sensibilidades, la pactista y la ultramontana se pondrán a prueba como también la capacidad de sus militantes y dirigentes paara asumir un período largo sin el gobierno. Del mismo modo también se medira el aguante de la ciudadanía no solo vasca sino del conjunto de España en el nuevo contexto.

El PSE-PSOE tendrá que recordar que no es lo mismo mantener en minoría el ayuntamiento de San Sebastián que el gobierno de la comunidad autónoma. La experiencia de Donostia puede valer pero no es determinante ni significativa para garantizar un actitud del PNV similar en cuanto al gobierno de Euskadi.

Va a ser difícil, muy difícil convencer a una gran parte de una ciudadanía que ha sido intoxicada durante treinta años de un nacionalismo excluyente y que intencionadamente trata de confundir a la ciudadanía vasca con establecer como sinónimo de lo español el fascismo.

Asimismo el PSE-PSOE habrá de hacer esfuerzos mas que consderables para mostrar ante la ciudadanía de que no es el Partido Popular el que gobierna si no los socialistas.

El PSOE va a tener que convencer no solo a los que no le han votado sino a los propios que se puede ser socialista, vasco y español al mismo tiempo. Difícil muy difícil.

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