REVILLA
No tengo elementos suficientes para valorar la gestión política del presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, aunque hay que reconocer que Cantabria se encuentra en parámetros que indican la solvencia del bienestar de las comunidades autónomas españolas por encima de la media nacional.
No puedo por lo tanto valorar con suficientes datos la gestión pública de Revilla como presidente de su comunidad, corresponde pues a los cántabros emitir su valoración en sus elecciones autonómicas y esa es la única opinión que sobre su gestión vale.
Por eso no pienso entrar en datos concretos. Lo que me llama la atención de este personaje es la capacidad que tiene para caer bien a la gente. Tuve la oportunidad de oírlo en una entrevista de radio y en todo lo que dijo hubo en su conjunto una lección de sentido común.
Posiblemente sea eso lo que valora la gente. A veces la política no es cosa de derechas o de izquierda, ni siquiera de centro. Los márgenes entre los que se mueve la política en etapas de crecimiento como las que hemos tenido recientemente son bastante estrechos y las políticas solo difieren,muy a pesar de quien escribe esto, en el reparto de los beneficios del crecimiento.
Los ciudadanos esperan en toda época y más en esta de crisis que sus gobernantes aparte de dar soluciones a los problemas el que sean accesibles, un lenguaje claro, directo, comprensible y reconocer que han elegido a personas que son como ellos aunque con otras responsabilidades.
Revilla mantiene la apariencia a primera vista de un hombre de pueblo o del barrio con el que te puedes tomar unos vinos o charlar de fútbol, hombre que se vanagloria de ser de la montaña cántabra, que no le da importancia a su profesión de economista y profesor universitario. Alejado de esos políticos de la derecha con corbata anudada a la altura de la nuez y lejos de la vestimenta sport ,aparentemente desaliñada, pero muy cuidada en el fondo de los líderes de izquierda.
Este hombre que usa como coche oficial fuera de Cantabria el taxi y que va cada día a trabajar al despacho de presidencia en su propio vehículo aporta un aire fresco a la política, la humaniza y en definitiva resitúa ese mundo en lo que debe ser, en su justa dimensión, lo que cada político con responsabilidad debiera pensar : Un espacio de tiempo transitorio de servicio al pueblo. Sólo eso.
No tengo elementos suficientes para valorar la gestión política del presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, aunque hay que reconocer que Cantabria se encuentra en parámetros que indican la solvencia del bienestar de las comunidades autónomas españolas por encima de la media nacional.
No puedo por lo tanto valorar con suficientes datos la gestión pública de Revilla como presidente de su comunidad, corresponde pues a los cántabros emitir su valoración en sus elecciones autonómicas y esa es la única opinión que sobre su gestión vale.
Por eso no pienso entrar en datos concretos. Lo que me llama la atención de este personaje es la capacidad que tiene para caer bien a la gente. Tuve la oportunidad de oírlo en una entrevista de radio y en todo lo que dijo hubo en su conjunto una lección de sentido común.
Posiblemente sea eso lo que valora la gente. A veces la política no es cosa de derechas o de izquierda, ni siquiera de centro. Los márgenes entre los que se mueve la política en etapas de crecimiento como las que hemos tenido recientemente son bastante estrechos y las políticas solo difieren,muy a pesar de quien escribe esto, en el reparto de los beneficios del crecimiento.
Los ciudadanos esperan en toda época y más en esta de crisis que sus gobernantes aparte de dar soluciones a los problemas el que sean accesibles, un lenguaje claro, directo, comprensible y reconocer que han elegido a personas que son como ellos aunque con otras responsabilidades.
Revilla mantiene la apariencia a primera vista de un hombre de pueblo o del barrio con el que te puedes tomar unos vinos o charlar de fútbol, hombre que se vanagloria de ser de la montaña cántabra, que no le da importancia a su profesión de economista y profesor universitario. Alejado de esos políticos de la derecha con corbata anudada a la altura de la nuez y lejos de la vestimenta sport ,aparentemente desaliñada, pero muy cuidada en el fondo de los líderes de izquierda.
Este hombre que usa como coche oficial fuera de Cantabria el taxi y que va cada día a trabajar al despacho de presidencia en su propio vehículo aporta un aire fresco a la política, la humaniza y en definitiva resitúa ese mundo en lo que debe ser, en su justa dimensión, lo que cada político con responsabilidad debiera pensar : Un espacio de tiempo transitorio de servicio al pueblo. Sólo eso.
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