martes, 4 de enero de 2011

Alemania y España, la cara y la cruz de la economía europea



Se han conocido los datos de la economía alemana en el año 2010. Alemania no solo ha superado la crisis si no que la ha aprovechado para fortalecer su economía. Más allá de la demonización a la que tan aficionados somos los hispanos – siempre son los otros los causantes de nuestros males; la Pérfida Albión, los insolidarios alemanes - independientemente de eso, decía, hay que reconocer que el mal, de haberlo, reside aquí y esto es algo sobre los que casi todos pasan de puntillas. Unos se excusan, diciendo que todo ha venido de fuera aunque nadie, medianamente informado, se lo cree ya. Los otros, dicen que el mal reside en los que han gobernado los últimos siete años cuando esa semilla fue plantada ya en aquel lejano año de 1996. Los unos por los otros como si el resto que asistimos expectantes al vodevil fuéramos imbéciles. Excusas de inútiles y malos perdedores.

Los datos de Alemania son concluyentes: 6,8% de desempleo, 2,93 millones de personas en paro con una población que es doble de la española. Un crecimiento del PIB del 3,7% y un 70% de la población que trabaja en los servicios frente al 5% en la construcción.

El Título VII de la Constitución Española atribuye a los poderes públicos un cierto papel director en el desarrollo de la economía. Nada de esto se ha cumplido. Todos iban muy a gusto en el interior de la burbuja hasta que estalló salpicando, incluso, a los que nada tenían que ver con ella. La gran pregunta que cabe hacerse es la de porqué extraña razón toda una legión de "competentes" supergraduados en economía no pusieron los medios adecuados ante una loca carrera que tuvo su mayor efervescencia en los últimos doce años con crecimientos anuales del precio de la vivienda entre el diez y treinta por ciento. Estos laureados conocedores de la economía que alentaron a los políticos, muy a gusto que iban ellos en el carro, en el camino de la construcción sin fin y que silenciaron las mas que previsibles consecuencias negativas dicen ahora que era algo que se veía venir.

Esa dinámica infernal fue la que posibilitó una llamada generalizada de inmigrantes y el abandono masivo de jóvenes españoles al terminar la secundaria obligatoria que ha venido a agravar los problemas estructurales de la economía española.

Mientras, las cifras oficiales señalan que de los cuatro millones de parados son seiscientos mil los inmigrantes que se encuentran en el paro (32%), las remesas enviadas por estos trabajadores a sus países de origen han vuelto a crecer tras dos años de descenso. Estas cantidades, del orden de los 8.000 millones de euros en los tres últimos años, crecieron un 7% en el 2010. Inexplicable.

¿Podría imputarse esto a un brote verde o a una recuperación del empleo? En modo alguno. Vemos que el paro registrado sigue azotando al sector de los trabajadores inmigrantes con una mayor crudeza. Un 6% de los cuatro millones de residentes extranjeros en España (250.000) han abandonado el país. La explicación oficial sobre el envío del dinero nos dice que las remesas han aumentado debido a que los inmigrantes se han reagrupado, vuelven a vivir hacinados en una misma casa, han repatriado a miembros de la familia y venden el oro de su ajuar (sic) para seguir subsistiendo y enviando dinero a sus familias. Para nada se menciona otra explicación que podría ser más racional y es la del peso que puede tener la economía sumergida en esta recuperación de los envíos de dinero a sus países de origen. Lo vemos a diario en nuestros barrios y urbanizaciones. La de ahora es una ocasión inmejorable para llevar a cabo reformas en sus casas, las patronales de la construcción controlada por las grandes empresas alertan con anuncios en la radio sobre las consecuencias negativas que reporta el contratar con personas que ofertan su trabajo en las tiras colgadas en cabinas, tablones y bares.

No sería de extrañar que la tradicional querencia que algunos pequeños empresarios españoles ha tenido, de siempre, por la contratación irregular este también en estas cifras. No todo se dice, no podemos echar en saco roto que en la supresión de la subvención de los 426 euros haya también un mecanismo sigiloso de expulsión de los inmigrantes en paro que suelen carecer del sostén familiar que los autóctonos tienen.

Unos adecuados servicios de inspección laboral podrían acabar con las prácticas irregulares en la contratación. Servicios de inspección que ahora se encuentran muy ocupados en el “pogrom” dictado por la ministra de sanidad Leyre Pajín, secular tendencia esa que habita en algunos y algunas socialistas de fiscalizar todo en aras del "bien común", en la búsqueda de esos infractores peligrosísimos que pululan por las empresas y sus inmediaciones con un pequeño cilindro de papel y hierba seca en los labios. Nada extraña en este país de disparates. Muy hábil todo, ahora resulta que el principal problema de este país es la división entre fumadores y no fumadores y la consabida persecución de los que osan transgredir la ley. No se preocupen, mañana el operador de este cinematógrafo que es España nos mostrará en la pantalla cualquier otra película con el ánimo de evadirnos de la cruda realidad, de lo esencial, y allí arriba, en el gallinero la clac seguira tronando, jaleando una y otra vez cualquier otra medida de distracción que al operador se le pueda ocurrir.

Leer más...