domingo, 1 de febrero de 2009

Algo huele a podrido en… Madrid

Es inevitable acudir, parafraseando a Shakespeare, al Hamlet del genial inglés en el asunto que en este artículo nos ocupa. Es tal el hedor que transmite la política del Gobierno de la Comunidad de Madrid, no solo diría el gobierno sino todo el partido popular de Madrid que se nos haría muy difícil encontrar diferencias con lo que tradicionalmente han sido las políticas de la derecha en su acepción más burda

Lo que está ocurriendo en Madrid nos debe de avergonzar a todos, no solo a los directamente responsables de la inmundicia sino a todos a aquellos que por omisión o deserción de sus responsabilidades vienen a tolerar lo que está ocurriendo.
Ya se vio la catadura moral de los que se aprovecharon de la traición inducida de los otrora famosos diputados socialistas Tamayo y Sáez, traición que impulsaron nuevas elecciones que posibilitaron a su vez el acceso de Esperanza Aguirre al gobierno de la Comunidad. Aquél asunto no aclarado jurídicamente tuvo sin embargo el claro valor de evidenciar ante toda persona de bien quiénes eran los inductores, los culpables. A veces no hace falta probar pericialmente los acontecimientos para saber el transfondo de lo que realmente ocurrió y porqué. Unos tentaron, los mismos protegieron a los traidores y tal vez pagaron los favores prestados. Pero no hay que olvidar, también, que quizá aquello no habría ocurrido si no se hubiese visto favorecido por el tremendo mal que aqueja al Partido Socialista Obrero Español y en este caso al Partido Socialista de Madrid. Un mal instalado desde hace ya algún tiempo; Los métodos de selección de los candidatos y responsables de la dirección; El dedo bajo la coartada de la elección democrática que tanto venimos denunciando. Como siempre, los triunfos ajenos se cimentan la mayoría de las veces en las propias carencias.

Como el lector puede suponer este no es el tema del artículo. Es otro, son las razones del porqué la pervivencia en un sistema democrático de un gobierno basado en el continuo abuso de poder y en la utilización masiva de métodos dudosamente democráticos. Ciertamente el gobierno de Madrid si por algo se caracteriza, aparte del desprecio total hacia la ciudadanía, es por la práctica constante del desgobierno. Esta es su característica principal. El Gobierno de Madrid del Partido Popular es el responsable de políticas sociales y económicas que suponen un ataque frontal al acto en sí de gobernar, es la negación del gobierno. Las desregulaciones constantes, las políticas privatizadoras, la destrucción de los fundamentos del consenso y la práctica democrática, el desprecio al que piensa de modo diferente, el insulto y el ninguneo, el soporte mediático y su lenguaje (Intereconomía, Cope, la red de cadenas religiosas de la comunidad de Madrid etc.) a la que constantemente recurre como guardia pretoriana y con la que canjea dádivas de todo tipo como licencias de radio y televisión y como no, el burdo manejo de la televisión y la radio pública de la comunidad.

Por otro lado, el continuo asalto a toda instancia de poder existente en la región de Madrid evidencia el clásico carácter depredador de la derecha. Por no respetar no respeta siquiera el poder en manos de los correligionarios de su propio partido.
Esta filosofía política es una simbiosis perfecta entre el liberalismo económico deudor de Hayek el mas ultraliberal de los economistas del Siglo XX cuya filosofía política y económica ha sido vía de actuación para los asesores e impulsores de gobiernos no democráticos y el pensamiento prerrepublicano de la derecha española basada en el chauvinismo, casticismo y españolismo rancio adobado todo ello a su vez con aromas de sacristía y el fundamentalismo católico-español.

Volvamos al Hayek y su impronta filosófica y política, doctrina que amparó la actuaciones de Reagan y Thatcher y la consiguiente extensión de políticas ultraliberales en lo ecónomico y dictatoriales en lo político en toda la América Latina.

Pues bien Aguirre, defensora a ultranza de las políticas de Hayek, se comenta que uno de sus libros de cabecera es “caminos de servidumbre”, libro por cierto en el que se estigmatiza a la justicia social como uno de los males que hay que combatir.”… la justicia social es fuente del colectivismo y da paso a la tiranía”(…)
Con ese bagaje económico, filosófico y político no es de extrañar que las políticas que lleva a cabo Aguirre y su equipo en la comunidad adquiera connotaciones muy próximas a las que vimos en los años setenta en gran número de países, década al igual que las del ochenta, se caracterizó por el recorte de las libertades en los países gobernados por la derecha fuese parlamentaria o no.

Es la rapiña y el creciente deseo de poseer cada vez más la que viene impulsando en Madrid el cainísmo entre los miembros del Partido Popular. La proliferación de servicios secretos ilegales pertenecientes a una u otra consejería avergüenza, los informes de vigilancia que hemos podido leer en la prensa hablan sin tapujos de lo que puede llegar a hacer la derecha con tal de no llevarse su parte sino el todo. Los asaltos continuos por parte de unos y otros a la presidencia de Caja Madrid nos hablan a las claras de cuáles son sus intenciones.

Ese actuar “sin complejos”, frase preferida de Aznar y de la ultraderecha en este país, oigan de vez en cuando sus medios y lean del principal periódico que avala a Aguirre, es tomada literalmente de los neocons estadounidenses felizmente desalojados de la Casa Blanca por el pueblo norteamericano. Es el modo de actuar de esa casta comandada por Bush, Cheney, Rumsfeld, Perle y otros. Fueron los que acuñaron una filosofía política mezcla de ultraliberalismo económico, expansión a costa de los público, jaleo de la rapiña como sistema de enriquecimiento ( gérmen de la actual crisis financiera) y todo ello unido a una idea central tomada de consejeros religiosos, fanáticos protestantes llamada “conservadurismo compasivo” filosofía en cuyo aspecto central se sostiene que los pobres tienen la culpa de su pobreza y que a su vez carecen de valores espirituales.

Sabemos que la derecha al igual que la izquierda es plural, afortunadamente plural, y que no cabe considerar a toda la derecha en la línea del pasado Aznar y de su fiel discípula Aguirre. Pero hay que llamar la atención sobre este tipo de derecha y posicionarla en donde debe estar. Su modo de actuar sea en los medios o en las instituciones es profundamente antidemocrática. Por eso nos debe preocupar lo ocurrido en el intento de asalto a la presidencia de Caja Madrid, acción impulsada por Aguirre así como la decisión del Partido Socialista de Madrid y su secretario general Tomás Gómez de apoyar las propuestas de Aguirre en su pugna contra Gallardon y Blesa. ¿ A qué estamos jugando?. ¿No son estas las políticas que han llevado al principal partido de la oposición en Madrid a perder su credibilidad entre los votantes de izquierda?. ¿Es lícito apoyar algo contrario a los intereses de la izquierda y de la ciudadanía por que en las negociaciones nos van a dar algo más?. El intento no salió adelante porque uno de los tres consejeros socialistas se desmarcó de la orden de Gómez y no votó con los aguirristas.
No. Una vez más hay que denunciar estas actuaciones como las causantes del profundo deterioro que vive la oposición en Madrid. Así nunca se podrá producir un cambio real en esa comunidad.

El Madrid del “no pasaran”, el Madrid líder con Barcelona, País Vasco Galicia y Asturias, entre otras, en la lucha por la democracia, el Madrid del cambio en el 82, el Madrid de Tierno y Barranco, el de la revolución cultural que supuso la movida con todas sus manifestaciones culturales de libertad. Ese Madrid es el que sostiene democráticamente en la actualidad a un gobierno profundamente reaccionario. Es evidente que como decía Camús el triunfo de los totalitarios en este caso reaccionarios, se basa en la falta de los demócratas, y ciertamente ocurre eso, hay que generar un movimiento que impulse el cambio real en Madrid, que obligue al principal partido de la izquierda a generar un entusiasmo en los electores, que lo saque hacia fuera, lejos de las conspiraciones palaciegas en lo que se ha convertido la lucha en los partidos. Es hora de iniciativas que despierten en la ciudadanía un ánimo de pertenencia a una idea, a un proyecto colectivo. La ilusión que en definitiva genere el cambio necesario.

El PSOE, la UGT, CCOO, Izquierda Unida unidos a todos los colectivos progresistas de Madrid han de abrir sus ventanas, dejar que penetre el fresco aire de la ciudadanía progresista de Madrid como única posibilidad de cambio, han de dejar de mirarse el obligo intrapartidario, de “disfrutar” de las migajas que supone disponer de alcaldías y concejalías y pensar en el pueblo madrileño.

La ocasión es única. La situación del creciente desgaste de la derecha en Madrid da esperanzas para un cambio democrático, solo hay que trabajar no hacia las sedes y órganos internos sino en el exterior es decir, cerca de y con los madrileños.

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