miércoles, 11 de marzo de 2009

Volver a los orígenes



"Cuando prevalece la economía de la depresión, las reglas normales de la política económica ya no son válidas: la virtud se convierte en vicio; la cautela es un riesgo, y la prudencia, un disparate."


(Paul Krügman, premio Nobel de economía)


Coger el toro por los cuernos. Tomemos el clásico dicho español que implica decisión, valentía y hacer frente a lo inevitable cuando la realidad nos arrolla. Nos hallamos en un momento crítico algo parecido ocurrió en el pasado siglo y una sola vez, fue con motivo de la Gran Depresión entonces, al igual que ahora, la voracidad capitalista arrastró a la mayor parte de la humanidad a la pobreza extrema y posteriormente a una cruel guerra.

Mucho ha avanzado la humanidad desde entonces, pero el germen de la autodestrucción que es la avaricia sin límite nos persigue a toda la humanidad como lo ha hecho siempre a lo largo de toda la historia. Tratemos de salvar el sistema nos dicen desde todos los lados. Los causantes del desastre, ahora callados, aún no han entonado el mea culpa. En algunos casos avanzan tímidamente su voz diciendonos que esto solo lo arregla el mercado. Es posible mayor cinismo. Qué mercado, cual es el valor del mercado con cuatro millones de parados.

Otros muchos que hasta ahora eran firmes defensores del ultraliberalismo, el mismo que nos ha azotado durante los últimos treinta años, piden sin complejos la intervención del Estado salvador. Eso si, mediante el regalo de dinero a cambio de nada, dinero de todos nosotros.

Bien, durante mucho tiempo no ha habido al parecer política económica de derecha o política económica de izquierda, en realidad solo existían matizaciones según gobernaban unos u otros en lo relativo a la política fiscal y el grado de protección social. En eso se ha diferenciado la izquierda de la derecha en cuestiones económicas durante los últimos treinta años.

La crisis ha puesto de manifiesto que esa carencia de identificación entre los unos y los otros es todavía vigente, lo que se palpa sobre todo es la tremenda confusión que el momento actual ha generado en las políticas económicas a seguir. Si algo significa también es la falta de sólidos recursos en cómo abordar el problema económico.

La confusión no atañe tan solo a los partidos, los sindicatos también se hayan sumidos en la más profunda de las desorientaciones. La reivindicación constante o mayoritaria en los sindicatos ante el problema no consiste en cómo abordar y resolver la crisis si no como mitigar sus efectos.

Nadie se atreve a formular políticas valientes que, claro está, significaría el corte con un pasado caracterizado por la demolición de lo público. Los partidos de izquierda o socialdemócratas son los primeros que no se atreven.


Retomemos a Krügman con su didáctico esquema de estallido de la crisis y su evolución posterior. Transcribo de manera textual su exposición de cuatro puntos:

1. El estallido de la burbuja de la vivienda provoca un drástico aumento de la morosidad y de las ejecuciones hipotecarias, lo cual a su vez induce una caída de los precios de los activos hipotecarios, activos cuyo valor se deriva en última instancia de los pagos hipotecarios.

2. Estas pérdidas financieras dejan a muchas instituciones financieras muy escasas de capital: muy pocos activos en comparación con su deuda. Este problema es especialmente grave porque todo el mundo contrajo muchas deudas durante los años de la burbuja.

3. Como las instituciones financieras tienen demasiado poco capital en relación con su deuda, no pueden, o no quieren, proporcionar el crédito que la economía necesita.

4. Las instituciones financieras intentan pagar su deuda mediante la venta de activos, incluidos los activos hipotecarios, pero esto hace bajar los precios de los activos y empeora aún más su posición financiera. Este círculo vicioso es lo que algunos denominan la paradoja del desendeudamiento.

Hasta aquí el sencillo esquema. A partir de ese momento se abren diferentes opciones. Hay un consenso generalizado en que lo importante es salvar el sistema financiero para que una vez liberado de la presión y la desconfianza mutua entre los bancos este vuelva a funcionar. Obsérvese que digo liberado de la presión y desconfianza mutua, no de sus deudas. En eso debería consistir la compra de activos.

Es conveniente mencionar aquí que la compra del papel se está haciendo en algunos casos a valor de mercado y en otros a valor nominal o contractual, en unos casos con descuentos y en otros con cobro de intereses. Cada país articula en función de su legislación o conveniencia política el modelo concreto.

Esta compra de papel que en el caso español está desglosada en un fondo por un valor de 100.000 millones de euros para acudir a las emisiones que realizan las entidades financieras con el objeto de fortalecer su capital y otro de 30.000 millones de euros ampliables a 50.000 millones para la compra de activos que según se dice en la propuesta han de ser de la máxima calidad. Este es un sistema condenado al fracaso que se ha aplicado ya en los Estados Unidos durante la administración Bush y que ahora se pone en cuestión por muchos economistas en la presidencia de Obama.

El dinero percibido lo están dedicando los bancos a reducir su deuda exterior y también para seguir funcionando en lo cotidiano. Es decir, no hay una utilidad adecuada al sostenimiento de la economía real en los fondos que el estado presta. La evidencia se encuentra en que ha habido una reducción significativa del crédito, que no funciona el descuento, con repercusiones muy negativas para las empresas que se ven faltas de liquidez lo que sin duda está llevando a muchas a la bancarrota en su funcionamiento diario y por supuesto en la desaparición de la inversión en nuevas iniciativas.

Esto lo decimos de la banca privada pero en la banca pública porque las cajas de ahorros, aunque muchos no lo quieran ver así, es banca pública la situación es similar. Su posición ante la crisis es más vulnerable ante el inmovilismo de sus gestores en la gestión del crédito y en la búsqueda de soluciones que impliquen sacrificios personales. Eso es lo que ven cuando se habla de los necesarios procesos de fusión para salvar la situación.

En definitiva, el gobierno de España ha abordado la solución de la crisis mediante medidas similares a las que han ejecutado otros países; 150.000 millones de euros para inyectar capital en el sistema financiero, 10.000 millones en plan de infraestructuras preferentemente municipal, leves ayudas al sector de la automoción, avales mediante el ICO y aumentar la protección en el caso de desempleo.

¿Cuál es el problema? El problema es que esto no funciona, no se ve salida y cada día que pasa no resuelve el problema sino que por el contrario, lo agrava.
El dinero inyectado en las entidades no sale a las empresas y al público en general, las obras de carácter nacional tiene un difícil y largo proceso de licitación en virtud de nuestra legislación sobre le tema y las obras en las entidades locales, ya adjudicadas, tendrán un proceso a lo largo del próximo año hasta ser visible.

Más, el fondo de 8.000 millones para las entidades locales, con el que se piensa mantener el empleo de 300.000 personas, adolece en muchos casos de ser práctico en la convocatoria de empleo. Casi la mitad, 4.000 millones, están dedicados a obras de pavimentación actividad esta fuertemente intensiva en material y maquinaria y con poca repercusión en el empleo. No es comparable por supuesto a la construcción de edificios que genera un mayor valor añadido en otros sectores que son altamente damnificados por la crisis.

Agarrar el toro por los cuernos significa algo más. Al gobierno hay que pedirle la valentía suficiente para acometer la crisis y no esperar que el despegue de otras economías nos resuelva el problema. Tendremos el mejor sistema financiero del mundo, tal como se nos dice, pero no nos vale de nada. El impacto de la crisis económica en términos de renta per cápita, convergencia con la UE y niveles de paro es muy superior al de otros países. ¿A qué tenemos que esperar?.


El Gobierno ha de replantearse la estrategia y abordar desde una economía socialdemócrata la solución del problema. Es necesaria la intervención en la Banca mediante la compra de participaciones y garantizar de este modo la presencia del sector público en los consejos de administración. Los representantes de los ayuntamientos, comunidades autónomas y sindicatos en los consejos de administración de las cajas han de tener claro cuál debe ser el papel que debe de jugar estas entidades en el sostenimiento del crédito y en la viabilidad del sistema de cajas que exige a su vez avanzar en los procesos de fusión. Del mismo modo hay que regular y supervisar más intensamente la gestión bancaria y cambiar la legislación sobre la valoración de los bienes hipotecarios en el caso de impagos.

No se puede prestar dinero a cambio de nada, así lo ha entendido el Reino Unido y de este modo se viene replanteando ya estos préstamos en otros países. Sí, nosotros los socialistas estamos siendo auténticamente liberales en todo lo que concierne a nuestra relación con el sistema financiero del país y esa tibieza la vamos a pagar muy cara.

Es posible que en el seno del gobierno haya diferente percepción del problema, es posible que dentro del área económica haya divergencia en cómo afrontarlo y es posible que el presidente se encuentre en una tierra de nadie sin saber que hacer, pero no resolver la situación con pulso firme nos llevaría al desastre de perder, no solo las elecciones, sino todo un proyecto de construcción nacional en el que llevamos más de treinta años.

Es la hora de la socialdemocracia sin complejos, de volver a nuestros orígenes, aparquemos de momento a Philip Pettit y su catecismo ya habrá tiempo de volver una vez que salvemos el sistema para que los mismos de siempre vuelvan a sus trapalladas y a su labor de hacerse ricos … hasta la próxima crisis...

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