martes, 12 de octubre de 2010

Tirar con la pólvora del rey



Ayer se inauguró la nueva terminal del Aeropuerto de León. Un diseño futurista, comparable al de las últimas terminales estrenadas en España; Bilbao y Barcelona. Un aeropuerto capaz de transportar medio millón de usuarios al año. Se cumplió la promesa que José Luís Rodríguez Zapatero realizó un día a sus paisanos.

Todos lo hacen y por eso, no es nada nuevo. Suárez hizo lo posible por Ávila. Gracias a su concurso e influencia se instalaron allí una fábrica de automóviles y la Academia General de la Policía. González engrandeció Sevilla hasta límites inimaginables años antes, a la que dotó de infraestructuras, fastos y contenedores culturales. De Aznar no se conoce gran cosa. Aznar no era de Castilla y León y en cierta medida, aunque nació allí, tampoco era de Madrid, por eso su gracia gobernante fue puesta un poco en la Valencia de sus amores, algo en Valladolid y poco más. El modo en que Aznar empleaba la pólvora del rey era muy diferente. Lo suyo era las altas finanzas, privatizar y poner a sus amigos al frente.

Las obras de León han costado veintinueve millones de euros y los leoneses son felices en ese empeño de singularidad propia en el que se encuentran embarcados . Le llevaron un Centro de Tráfico, una gran sede de Telefónica y por sus vías pasa o pasarán dos AVES, la sede de la gran caja de ahorros de Castilla y León forma parte de su última adquisición y acaban de estrenar aeropuerto. Muy bien, hasta ahí todo muy bien.

Lo que ocurre es que el Aeropuerto de León solo cubre seis destinos, cinco de los cuales son nacionales y por su terminal pasaron en 2009 tan solo 64.000 pasajeros. Es decir, una media de 175 pasajeros al día. Demasiado dinero el empleado para tan pocos viajeros. Inmensas instalaciones casi vacías. Treinta millones de euros cuando con un millón o dos podría haberse arreglado bien la cosa.

Castilla y León tiene cuatro aeropuertos; Valladolid, diez destinos cuatro de los cuales son a Europa y casi 270.000 pasajeros al año, con un acceso bastante complicado y difícil por carretera. León del que ya hemos mencionado anteriormente su tráfico. Burgos, 23.000 viajeros y cuatro destinos, dos de los cuales son, o eran, internacionales. Salamanca, 32.000 viajeros y tres destinos, uno de los cuales es internacional.

Muchas alforjas para poquísimo contenido. Las batallas entre las distintas Cámaras de Comercio y ayuntamientos por hacer valer el propio aeropuerto causan risa. Los poderes locales se enzarzan con este “gravísimo” problema y la cosa hace correr ríos de tinta en los diarios de las cuatro capitales. León tiene una magnífica terminal de aeropuerto, regalo del Presidente del Gobierno - hay que decirlo así- pero con un debilísimo tráfico aéreo que no podrá remediarse porque León y su área de influencia no pasa de un determinado número de habitantes y Valladolid soporta un tráfico de 300.000 pasajeros con unos accesos demenciales y unas instalaciones bastante antiguas. Tampoco piensen que por tener unas instalaciones adecuadas incrementaran mucho el tráfico porque eso no es así. Las distancias geográficas determinarán el aeropuerto al que se habrá de acudir. Cara y cruz de una decisión política.

No crean ustedes que esto es producto de una mala política socialista, pues no es exactamente así. Preguntado el Consejero de Fomento de la Junta de Castilla y León del Partido Popular, sobre esta terminal declaró que era una obra importante y necesaria para la ciudad y para Castilla y León porque si ahora no tenía mucha utilidad eso no significaba necesariamente que dentro de diez o quince años la obra no fuese, pasado ese tiempo, más útil. Presa del chauvinismo me reclamo para Salamanca una terminal de vuelos espaciales dado que es posible que en cincuenta años se puedan programar, desde aquí, vuelos a Marte.

Si el consejero de la Junta pepera hubiese dicho lo contrario, la perdida de votos para su partido en la ciudad y provincia de León habría sido notable. No es cuestión de indisponerse con el electorado.

En Salamanca, el alcalde del Partido Popular remodeló la Plaza de la Constitución, un espacio de no más de quinientos metros cuadrados que fue estrenada en Marzo de este año. Su coste, un millón y medio de euros. La denominada "plaza de las alcantarillas" – tiene como elementos decorativos incrustados en grava blanca una colección de tapas de alcantarillas de distintas épocas de la ciudad fue un capricho personal del edil. Uno de los extremos de la plaza está ocupada por la Torre del Aire antiguo palacio fortificado de 1440. Con ese dinero, podría haberse remodelado varias calles e instalaciones deportivas de la ciudad.

Como en el pasado, los grandes hombres públicos sienten la tentación de dejar su impronta en la tierra que les vio nacer. Obras muchas de ellas inútiles que sirven a la mayor gloria personal. Realizadas con la pólvora del rey. Como vemos, las alcaldadas no son patrimonio exclusivo de los alcaldes.

Al uno y al otro lado, ejemplos de obras, que son en gran parte culpables de nuestro déficit, supongo que ustedes, cada uno en el sitio en el que vive tendrán más ejemplos. Gran parte de los 8.000 millones del Plan E se dedicaron en muchas ciudades y pueblos a eso. La lista estaba a disposición de todos en la página web del Ministerio de Administraciones Públicas.

Cada hombre público, por mor del sistema, es un pequeño reyezuelo de taifa en su demarcación al que solo se le juzga una vez cada cuatro años. Hasta donde no llega la percepción del electorado que siempre quiere lo mas para lo suyo, sin importar la racionalidad del asunto, debería de llegar la ley basada en el sentido común que impidiese hacer frivolidades con el presupuesto de todos.

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