jueves, 13 de agosto de 2009

Dios compra en El Corte Inglés



Salamanca, mi ciudad, anda estos días un tanto revuelta, algo que da una cierta pereza en un Agosto en el que hierven hasta las piedras. La razón no es otra que la de una nueva alcaldada de nuestro primer edil.

Julián Lanzarote, significado alcalde del Partido Popular, ha extraído de la chistera una nueva iniciativa con la que sacar a sus conciudadanos de la modorra, cuestión esta, un tanto difícil, dada la proverbial tranquilidad de unos habitantes que, elección tras elección, ratifican a este ciudadano por mayoría absoluta.

Lanzarote ha decidido cambiar, en otro rasgo más del peculiar modo de entender su función, el nombre de un determinado número de las calles de la ciudad.

En otro artículo de este blog, he comentado mi posición personal sobre el cambio de nombre de las calles y por ello, no me extenderé en argumentos ya conocidos.

La realidad es que esta iniciativa ha soliviantado a cerca de tres mil ciudadanos y empresas, tendrán que hacer frente a gastos e incomodidades para dar a conocer en sus documentos y a otros interesados, su nueva dirección.

Lanzarote Sastre no ha dado razones convincentes sobre esta propuesta, mejor dicho, no ha dado ninguna razón del porqué. Anda por lo tanto cada salmantino, preguntándose qué mosca le ha picado al edil o quién ha volcado sobre el albedrío de tan singular personaje la idea.

La oposición, socialista, que acude solícita ante cualquier movimiento vecinal ha pedido un pleno extraordinario de la corporación para debatir este asunto. Esfuerzo vano, porque al igual que otras veces, tras la larga intervención del representante socialista le seguirá una breve intervención del alcalde sin venir a cuento, mirará el hacia el lado contrario de la bancada socialista con su habitual prepotencia y concluirá con un, Se somete a votación”. A continuación, el grupo popular votará en bloque y de modo afirmativo, acabándose de esta manera el pleno. Siempre, independientemente del tema en discusión ha ocurrido así, y probablemente, también será lo que suceda en esta ocasión.

Pero, ¿Porqué el alcalde ha decidido este cambio?. Es la gran pregunta que transita por los mentideros de la ciudad. La oposición del PSOE y la de otros partidos de izquierda elucubra sobre ello. En principio no existen razones políticas. Una de las calles que se quiere modificar es la de Federico Anaya que fue alcalde de la ciudad a principios del siglo XIX. A costa de ella, se ampliará su contigua, María Auxiliadora.

El alcalde, creo entender y que me rectifiquen si no, fue alumno de los salesianos, la iglesia de María Auxiliadora es dirigida por esta orden y anexa a esta iglesia se encuentra el colegio salesiano. Lanzarote fue a su vez, promotor de un monolito-obelisco dedicado a Don Bosco, fundador de los Hermanos Salesianos. Esta obra, realizada con pésimo gusto, adorna a su vez una de las glorietas de la ciudad.


En la parte de Federico Anaya que se quiere cambiar de nombre, se está construyendo un edificio de El Corte Inglés. No hay en España ciudad que se precie en la que no haya un centro comercial de esta firma. Es El Corte Inglés el que da carta de naturaleza a las pequeñas ciudades, introduciéndolas en la modernidad, más allá de cualquier otro tipo de obra.

Creo que tal singular iniciativa, la del cambio de nombre, no puede haber salido de los directivos de la empresa. No me consta que entre los rasgos de la firma se encuentre su extrema religiosidad. El culto al dinero es su verdadera vocación, pero de lo que no me cabe duda alguna, es que existe una estrecha conexión entre la obra citada y el cambio de nombre. Sé que esto es difícil de probar, que a algunos les puede parecer descabellada esta teoría, pero pienso que hay un doble lustre, hacia la calle de María Auxiliadora, haciéndola receptora del magno acontecimiento de ser sede del edificio comercial y hacia El Corte Inglés, que podrá lucir el sobrenombre de: “El Corte Inglés de María Auxiliadora en Salamanca”.

Y es de este modo, como se verá colmada las ansias clericales de tan ilustre personaje. Es posible, que Lanzarote piense que la idea será grata a los ojos de Dios. Habrá que desengañar al alcalde y decirle, como no, que a la pregunta de si Dios compra en El Corte Inglés habrá que responderle, que Dios no compra en El Corte Inglés.

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