martes, 15 de mayo de 2012

ESTUPOR


Un país desnortado, unos dirigentes que dejan en manos de segundos, e incluso terceros, veamos a Floriano,  la interlocución con el pueblo, unos políticos en los que se percibe el temor, el terror. Hay caras que delatan y en ellas, se percibe la intensidad del drama.
Mucha gente esperaba, no hay que culparles por ello, que con la llegada del Partido Popular al poder empezaría a solucionarse el problema económico. Hemos oído durante muchísimo tiempo ese argumento falaz de que la derecha creaba riqueza mientras que la izquierda empobrecía al país. Ciudadanos no comprometidos y que esperaban soluciones prácticas no dudaron en confiar en ese argumento mientras otros ejercieron su soberanía retirando su apoyo al sistema. La realidad nos introduce en el meollo de la cuestión: Se debe dinero, más de tres billones de euros. Tres billones de los cuales el setenta por ciento está metido en ladrillo, hormigón y suelo, y se debe a acreedores extranjeros; alemanes, franceses, ingleses y otros, y estos, reclaman, vienen reclamando garantías para de cobro. Eso son los mercados, independientemente de que cuando aparece sangre, vuelen en torno a ella los carroñeros de siempre. Es, podríamos decirlo así, casi una ley de la naturaleza.
Las soluciones no son fáciles. Qué podemos hacer. Porque es evidente que esos inversores nos tienen agarrados por donde más nos duele, nos vemos forzados a pagar cada vez más para  financiar nuestro déficit público generando a su vez un endeudamiento mayor en una infernal espiral.
Me gusta ver la bandera de Islandia metida dentro de la bandera española. ¿Es esa la solución? Podría serla, pero aquí no hay quien, con solvencia suficiente, levante esa bandera. Sin financiación en el futuro, con grifos cerrados , sin comercio fiable, con empresas a las que se confisca su actividad en el exterior… La autarquía es algo impensable para España, somos demasiados, y nuestra economía es muy dependiente de materias primas y bienes manufacturados y sería bueno que, desde la izquierda, manejáramos otras claves bien distintas y  mas realistas.
En el estado de estupor en el que nos encontramos no quiero pasar por alto el espectáculo que están dando los dos partidos mayoritarios. Habituados, los españoles, a un partido de tenis eterno en el que la pelota vuela de un lado hacia el otro de la arena política patria, observamos como los protagonistas y sus hinchas obvian continuamente y toman por lerdo a un pueblo que contempla el esperpento con el que diariamente nos obsequian.  La gente transita desde un encabronamiento inicial a otro estadio en el que se comienza a percibir que el ser político es una especie de ectoplasma flotante ajeno al discurrir del día a día. Sus palabras resuenan con esa metalidad propia de lo ausente y el vacío. Son una casta, un status que habla y habla, procurando siempre quedar por encima del adversario sin reparar en medios, creyendo que la ciudadanía es una masa amorfa carente de memoria. Algo muy parecido al peor busto hablante del peor de los telediarios, al que se le deja musitar sin prestar una mínima atención. El camino que los griegos siguieron en las últimas elecciones forma parte de una dinámica social, científica. Ninguno de los grandes llamados a pilotar este país en la reedición del modelo de alternancia surgido de la Primera República Española recogerá los tiestos rotos de la democracia en un futuro con las mismas garantías y mayorías de que dispusieron en el pasado. Ahí está la encuesta del CIS.

El ciudadano vive persuadido de que la política ya no existe, porque todo es economía, y porque ésta es dirigida por otro tipo de gente, la política ya no es, siquiera, intermediaria entre la economía y el pueblo. Juan Ignacio Crespo director para Europa de Thomson Reuters y a su vez analista financiero, nos dice en su libro “ Las dos recesiones que vienen” que a lo largo de la historia han existido alternándose o gobernando juntos los dos poderes, el del dinero y el político y no se recata en decir que en estos momentos gobierna el dinero, gobiernan los banqueros.

Una prueba de ello la tenemos en muchas decisiones que se vienen tomando en Europa. Queda lejos la Europa fraternal, la del canto de Schiller y música de Beethoven, la del azul del horizonte limpio, la Europa de las instituciones y mucho más lejos aquella entelequia de los diferentes  nacionalismos que nos hablaban de la Europa de los Pueblos.

 Xavier Sala i Martin un economista neoliberal y catedrático de economía de la Universidad de Columbia nos dice: “gracias al programa LTRO y a la “reforma financiera del PP”, se ha conseguido “salvar” a los bancos europeos que estaban metidos en deuda soberana española y se ha traspasado el problema al sistema financiero español... que a su vez, va a ser rescatado con dinero del contribuyente español y de los pequeños inversores españoles a los que se engaño con el cuento de las Participaciones Preferentes. Es decir, los contribuyentes españoles y los pequeños inversores han acabado salvando a los bancos alemanes y franceses.¿Se puede ser más incompetente? Seguramente sí, pero es difícil de imaginar como"

Ahora el problema nos lo comemos nosotros mismos, ahora, hay que “salvar” a los bancos españoles porque no tienen un puñetero euro, tienen papel y tienen suelo y ladrillos, cómo prestar, cómo relanzar la economía. Recemos para que la gente no acuda en tromba a disponer de sus depósitos porque sino, Krügman podría decir: He acertado una vez más. A Xavier Sala i Martin, se le olvida decir, que  fue precisamente para eso para los que nos dieron liquidez, precisamente para eso, para que todo quedara en casa, en nuestra casa. Ya no se debe tanto inversores extranjeros que sí, se debe al Banco Central Europeo y ellos, cobraran, seguro que cobraran.

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