miércoles, 26 de mayo de 2010

Desde Iberia a Europa (II); ¿Y porqué no la Federación Ibérica?





La asimetría ampliamente reivindicada por las comunidades históricas tiene, entre otros, el sentido nacionalista de “hacer país” pero no olvidemos que la economía es un factor determinante y nada despreciable aunque a veces cultura, lengua, historia y símbolos parezca que lo inunda todo. Los partidos nacionalistas favorecidos por una ley electoral fruto de unas determinadas circunstancias históricas y con una mas que sólida implantación en el parlamento estatal han venido ejerciendo como bisagra entre los dos grandes partidos estatales, de ello se deriva, sobre esto no creo que quepa duda alguna, posiciones de ventaja en la relación dialéctica que todas las comunidades autónomas mantienen con el Estado. Es frecuente observar, como cada vez que se somete a aprobación determinadas leyes o los presupuestos el chalaneo que se produce en la Cámara con la consabida “geometría variable”. En última instancia, todo se reduce en esas negociaciones a la incorporación de proyectos de infraestructuras o transferencias distintas y por encima de las que otras comunidades pudieran tener y lo peor, a costa de fondos que bien podrían ser empleados en los territorios mas atrasados.

Volviendo al inicio, y retomando el argumento primero en esta entrada de que el actual estado autonómico no está sirviendo para superar el atraso secular de las comunidades autónomas periféricas en comparación con otros territorios, cabe preguntarse entonces para que ha de servir una organización del Estado como la que tenemos.

Antes, una precisión que considero necesaria; No quiero decir que no se hayan producido avances en las comunidades autónomas mas atrasadas lo que quiero decir, es que el gap que esas comunidades tienen con las mas avanzadas en términos de PIB per cápita no se ha resuelto aún de modo adecuado. De ello dan fe los datos de la contabilidad nacional y el INE de la última década.

Hay un elemento que no debería despreciarse y que hay que considerar; El valor real que supone acercar la administración a los ciudadanos. El estado autonómico si ha logrado, en cambio, la cercanía a los ciudadanos y una mayor identificación de los gobernantes con el territorio.

Nuestro Estado es, en términos de gastos de administración, un estado caro. La existencia de administraciones como las Diputaciones, que se han quedado en la práctica sin funciones, así como la proliferación de entes municipales lo corrobora. Las administraciones resultan caras si las relacionamos con los servicios que prestan. Otra dificultad añadida reside en la redundancia de políticas. La inmediatez, la necesidad de los políticos de rentabilizar actuaciones de cara al electorado y el oportunismo contribuyen, a poco que se examinen las actuaciones, a que la ciudadanía mantengan reticencias sobre la validez de algunas instituciones.

La razón de ser de un gobierno socialista, tal como he indicado en la primera parte, es la de laborar por la igualdad. Se puede ser mas o menos socialistas en otros campos pero lo que los socialistas, la izquierda en suma, no se puede permitir es que existan territorios con fuertes disparidades en términos de PIB per cápita, bienestar social, empleo etc. La Unión Europea hace de la cohesión territorial una de las piedras angulares de su política. Cuando un nuevo país entra en la Unión suele destinar todo tipo de ayudas y fondos con la que se trata de acercar ese país a medias europeas en los ratios de bienestar e infraestructuras.

Bien, si esta ha sido la norma habitual, si la mayoría de los países incorporados en la década de los ochenta han sido ayudados hasta alcanzar una serie de objetivos que marcaba la diferencia entre ser receptor o contribuyente, cómo es posible que ese mismo esquema de actuación no tenga un correlato similar en España y que incluso, tal como se ven en los datos, pasen los años estando las mismas comunidades siempre en las posiciones de cola y lo que es peor, agravándose la situación e incrementándose la distancia con la comunidades más prósperas . El Estado tiene ahí su fundamento. Este país no puede permitirse que en los índices de bienestar y renta puedan darse disparidades tan profundas como las que se dan.

El tipo de política que se hace en España queda muy marcada por las exigencias de estabilidad y permanencia de las elites partidarias. La necesidad de seguir gobernando marca las alianzas y con ellas las contraprestaciones, lo que hay que pagar, y hasta ahora, no ha podido resolverse de modo adecuado el problema de la financiación progresiva a los que menos tienen. Los consejos de política fiscal y financiera suelen ser fuente de agravio, de imposiciones y negociaciones al margen, cuando no de silencios bochornosos impuestos por la disciplina partidaria dando por resultado, la traición, asi como suena, a los intereses de los ciudadanos. Los criterios empleados tales como población, edad escolar, población sanitaria protegida etc. son insuficientes para cifrar lo que deberían ser las transferencias desde el Estado.

Decíamos que el nominal Estado de las Autonomías es en realidad un federalismo que en función de algunas peticiones territoriales podría caminar hacia un confederalismo práctico al que se ha privado del derecho de autodeterminación y la posibilidad de secesión.

Recientemente, el Centro de Análisis Sociales de la Universidad de Salamanca en colaboración con el Centro de Investigação e Estudos de Sociologia de Lisboa han presentado el Barómetro de Opinión Hispano-Luso (BOHL) correspondiente al pasado año. Este barómetro es un estudio de opinión pública que busca obtener un flujo de información sistemática sobre la opinión que existe en España y Portugal en relación a problemas y temáticas que afectan a ambos países.

En este informe, se contempla un avance muy importante en el clima de opinión sobre la integración de los dos países formando una federación; El 45,6% de los portugueses serían partidarios de la Federación Ibérica mientras que en España es menos; el 31% de los encuestados eran los partidarios.

Lo peor que puede haber es la situación de indefinición e indefensión. Solucionar lo primero consistiría en saber cual es realmente la fórmula sobre la que se asienta nuestro Estado y ceñirnos a ella. La segunda, por que a raíz de esa indefinición unos salen ganando y otros salen claramente perdiendo. Puestas así las cosas y dado que lo de la unión política europea espera el advenimiento de un nuevo Adenauer, Monet o Schumann no sería una mala solución reordenar esta piel de toro aclarando donde nos encontramos y proponiendo posibles soluciones, aunque fuesen de transición. No sería desdeñable, siempre que se creara una caja central al estilo de la que Europa mantiene para con los miembros de la Unión con los diversos fondos y programas, el ir a una especie de Federación Ibérica, promocionar esta idea. A algunos, posiblemente nos iría mejor y de este modo, ese eterno rifirrafe y la tensión a la que someten al Estado las autonomías que tienen poder de voto, podríamos decir incluso de veto, no seguirían extrayendo como vienen haciendo la savia del común.

Imágen: Iberia según Ptolomeo

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