viernes, 1 de octubre de 2010

"Seamos sensatos, lo hicimos mal" Ed Milliband (II)



Ayer publiqué la primera parte de este artículo, a continuación les ofrezco la segunda. No me es posible escribir de política como si fuese un leve comentario sobre el estado, propio del Fbook o del twuitter, hay temas que exigen explayarse algo más. Los que hayan leído la primera parte verán que aquí se sigue tratando sobre el necesario giro que los partidos socialdemócratas deben de hacer si quieren seguir conservando sus bases en unos momentos en el que la historia nos ha vuelto a situar en unas claras condiciones de diferencias radicales y confrontación de clases.

Signos apreciables hay en Alemania, donde Merkel cubre el segundo sondeo a la baja con un crecimiento del SPD que inexcusablemente debería de apoyarse, no en los liberales, que son los grandes perjudicados de la actual coalición, si no en los Verdes o en Die Linke que son los que realmente han crecido en las expectativas electorales. Una mayoría de izquierda se abre paso en Alemania cansada del neoliberalismo de la en otra hora centrista CDU.

En el congreso del Labour reunido en Manchester ha ganado Ed Milliband candidato de la izquierda del partido que anunció de modo solemne: “Seamos sensatos, lo hicimos mal”. Se refería con esto a lo que se había hecho desde el laborismo y han tenido que ser los trabajadores británicos, los que han vuelto a tomar el protagonismo en el partido haciendo que los sindicatos censuren la política seguida. La herencia de Blair y del Nuevo Labor fue un período en el que se ahondaron en las diferencias sociales, desapareció la clase media y el capital aumentó su poder mediante la desregulación financiera. Una vuelta a la izquierda, con cierta prudencia no hay que engañarse, pero los laboristas están poniendo tierra por medio con la herencia de Blair.

El problema en Suecia es otro, muy imputable a la falta de claridad de sus propuestas y esa tremenda costumbre de los socialdemócratas de caminar por el alambre y atender en demasía a las encuestas. Es lógico que parte de la ciudadanía en un entorno de crisis actúe respaldando a quienes les ofrecen una mayor seguridad pero eso no implica que la oferta electoral de la izquierda llegue a ser muy similar a la de la derecha.

En nuestro país, no hay asomo de una autocrítica similar si no todo lo contrario. En privado se denuncia por parte de muchos dirigentes del PSOE lo errático de la política del gobierno y lo que a muchos le parecen ya “caprichos del presidente”. Hay resignación ante la posible perdida de las elecciones pero no hay una reacción propiamente dicha para que esa crítica y descontento privado aflore en el marco interno del Partido Socialista. Mucho hemos hablado aquí de la especial idiosincrasia del PSOE y del coste, excesivo a mi juicio, que supone la crítica interna, no digamos de la externa, para el que así se manifiesta. No es solo por las reacciones que pueda tener la dirección si no porque hay una cultura interna por la que la mayoría de la militancia, errónea percepción y contraria a la libertad y el buen gobierno según mi criterio, censuran esas manifestaciones de disconformidad.

Solo la derrota abre la llave del cambio. Esta dramática afirmación, no deseable, es al parecer la única que se abre paso. No es concebible en el PSOE, por extraño que parezca, el que pueda haber cambios y de este modo anticiparse y neutralizar, en la medida de lo posible, una derrota electoral. Sin embargo, es necesario actuar siempre dentro de lo que marca el sentido común y las normas internas. Zapatero debe finalizar su mandato cuando este llegue a su fin legal, pero el Presidente debe de comunicar que tras la finalización de este período no se volverá a presentar.


La ciudadanía y las bases electorales del PSOE disconformes con la política seguida por el presidente del gobierno, según el barómetro del CIS más del sesenta por ciento, deberan de percibir que una época y un determinado tipo de política acabará cuando el mandato del presidente termine. Solo de ese modo podrá mitigarse algo la pérdida electoral que se avecina. El 2011 será un año muy difícil, y el sostén parlamentario de este año no repetirá un apoyo para el 2012. Ya que no se puede ofrecer un marco confortable en el presente, es necesario ofrecer esperanzas y estas no las puede seguir ofertando el actual equipo dirigente del PSOE.

Para los que ven la realidad política y económica como algo ineluctable habría que argumentar que en política y economía no hay hechos inmutables, tan solo existen conveniencias. Conveniencia personal es la política económica de Merkel, que se traslada al conjunto de la UE sin contestación interna. Conveniencia personal es la política de limpieza étnica de Sarkozy que la UE, por conveniencia, da también por válida. Todos son, Zapatero incluido, engranajes de un sistema de cambio. Desde 1980 hay una revolución en marcha, sin alharacas, casi silenciosa. Se trata de acabar con los avances que para la sociedad y los trabajadores supusieron las largas luchas del siglo XX. Una revolución silenciosa que ha trabajado bien en diversos campos, alienando a grandes sectores de la población, marginándolos de la cultura política, que ha adocenado a gran parte de nuestros jóvenes y haciendo de ellos las guardias pretorianas por excelencia de las políticas mas conservadoras. Fuerzas que han tomado todas las tribunas de los medias. Desde las tertulias radiofónicas, las televisivas y periodísticas el mensaje siempre es el mismo: No es posible el cambio nos dicen. Se dividen, más o menos, en partes iguales. Responden a las políticas defendidas por el Partido Popular y cierran filas con el zapaterismo, con una versión determinada del socialismo.

Entre todas la mataron y ella sola se murió. La crisis de la izquierda tiene nombre y apellidos, aquí y fuera. También tiene una solución y en ese sentido conviene trabajar.

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