viernes, 12 de noviembre de 2010

El apaleamiento de Jesús Eguiguren




He tenido que demorar la entrega de la segunda parte de la Cuestión saharaui (II) porque el cuerpo me pedía escribir algo, aunque fuera muy poco, sobre el presidente de los socialistas vascos Jesús Eguiguren.

Conocí a Eguiguren en el Congreso del Partido Socialista de Euskadi, Navarra incluida, en el hotel Avenida del barrio de Begoña de Bilbao. Sería, he intentado encontrar el año exacto pero no lo recuerdo bien, mas o menos por 1979.

Era víspera de la marcha del PSE-PSOE de los socialistas navarros; Arbeloa, Urralburu y Solchaga tenían ya las maletas preparadas para constituir la Federación Navarra del PSOE. El PSE tenía, sino un estado de división, si una contradicción interna que pervivió durante un cierto tiempo después. Había dos formas de entender la labor del partido allí.

Eguiguren con Odón Elorza y otros jóvenes guipuzcoanos defendía una opción más cercanas al tejido social. Tkiki Benegas era el secretario general y trataba de cohesionar un partido en el que claramente se apreciaban dos polos pero él, al igual que Múgica y Rubial, estaba en Madrid. Los polos eran el vizcaíno comandado por García Damborenea, de triste recuerdo,que estaba apoyado por la estructura de la UGT, y el guipuzcoano, en el que el sector mas vasquista tenía la fuerza en esa provincia. En medio quedaban los alaveses cuyo líder era Anguiano. Entre los alaveses estaban también, formando parte de su ala izquierda, Aguiriano y un sector vinculado a los Militant con gente afín a los hermanos Val del Olmo.

Yo era bastante joven, tenía treinta años, y el País Vasco era un hervidero, la democracia como todos sabemos no estaba consolidada. Las acusaciones de torturas eran frecuentes, ETA estaba a todo tren y algunas bandas fascistas (BVE, AAA, AET), antiterroristas se llamaban, contribuían con sus atentados y asesinatos a poner todo mas cuesta arriba.

En aquel congreso, que presidía Eguiagaray, en su ponencia política se debatía una enmienda – el que esto escribe era su ponente - que decía, creo recordar, que en los casos de denuncias de tortura en los tribunales, el PSE-PSOE exigiría la investigación de los casos. Por aquel entonces, a los interrogadores se les iba la mano más de una vez y a los socialistas se nos consideraban culpables de omisión en parte de la ciudadanía.

Siempre estuve más cercano a las posiciones guipuzcoanas que a las vizcaínas aunque mi agrupación era vizcaína.

El congreso estuvo parado durante la madrugada porque alguien “de arriba”, miembro de la Comisión Ejecutiva Federal, y presente allí, el nombre no importa ahora, se oponía radicalmente a la enmienda y amenazaba con vetar, no se sabe bien en base a qué disposición estatutaria, la discusión en el pleno. Su única explicación, que yo no escuche, era de que eso iba a poner en peligro sus relaciones con los militares, campo en el que venía trabajando dentro del PSOE.

La enmienda decayó, ahí los que la habíamos llevado adelante no estuvimos muy finos. Hablando en plata nos acojonamos ante la cantidad de catástrofes que nos dijeron que podrían ocurrir, pardillo que era uno o cobarde vaya usted a saber. También se vió como muchos de los que habían prestado su apoyo en la comisión no la iban a respaldar en el pleno. De entonces recuerdo como Eguiguren, Elorza y otros jóvenes del partido se tomaron el caso. Elorza y Eguiguren han sido siempre cuestionados por la derecha española, siempre se les ha considerado cercanos al mundo abertzale, olvidan que estas personas también están amenazadas y que precisan escolta. En un tiempo, cuando no había escoltas, la defensa de la vida le correspondía a uno mismo. Algunos, los menos, no siempre era fácil, convivían con el metal en el bolsillo como única protección.

Al parecer, la búsqueda de la paz, la necesidad de explorar nuevas vías, de hacer política, defendiendo siempre la justicia y la democracia esta mal vista. No es posible desde la perspectiva del Partido Popular y de toda su banda carroñera-mediática una solución del terrorismo que no pase por su decisión soberana, por su nihil obstat que contiene como es sabido una sola cláusula: “Nosotros somos los únicos que podemos llegar a un acuerdo para el final del terrorismo".

A Eguiguren le están dando por todos los lados, todo porque tiene la idea de acabar con el terrorismo lo antes posible y porque cree en lo que un día significó el Pacto de Ajuria-Enea, que recordemos, sigue vigente, ya que aún no ha sido derogado y porque ninguno de los firmantes, Partido Popular incluido, se ha bajado de él.

Por darle, le dan también desde su propio partido. En el PSOE siguen existiendo los que hacen observaciones sobre lo contraproducente que son algunas opiniones que alteran lo que otros piensan. En el imperio de la uniformidad y el pensamiento único esta concepción siempre está presente.

Alguien se ha preguntado que sería de este país, y del Partido Popular, si no hubiese terrorismo y si los independentistas callaran durante un cierto tiempo. Que pasaría si no hubiesen papeles de la Guerra Civil en Salamanca, sonsonete habitual en esta Castilla y León cada vez que el Partido Popular tiene aquí un problema. Que ocurriría, si las presiones que ejerce la Iglesia Católica Española en su intento de hacer nuevamente de este país un estado confesional no existieran. Tendríamos un partido de derechas, normal, normalito, al igual que otros muchos en Europa, se dedicaría a la economía y algo a los movimientos migratorios. Un partido que dada la ideología base del pueblo español, la que se manifiesta en todas las encuestas no se comería, a poco bien que lo hiciera la izquierda, una rosca. El Partido Popular y la banda carroñera-mediática necesita como el comer de todos esos problemas, sin ellos, no serían nada.

Con Eguiguren y con Elorza hace décadas que no hablo pero los he seguido, puedo decir que Eguiguren en lo político, y no entrando en los problemas personales que en su día tuvo y que por los que pagó es un patriota, de los de verdad, es un constitucionalista, es un socialista convencido pero al mismo tiempo es una persona firmemente comprometida con su tierra es, además, una persona que al margen de tener una responsabilidad tiene también criterio político y eso, no se perdona.

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