Desde Roma ese remedio ha sido infalible, Juvenal así lo retrató. El futbol desde su inicio y viendo el arraigo que iba tomando en las clases populares ha socorrido desde siempre al poder, a veces ni siquiera era necesario que este lo pidiese. Lo mismo colocaban un partido interesante en una jornada de lucha que sus figuras se prestaban a la foto fácil con Jefes de Estado, de Gobierno o ministros.
Se esté en dictadura o en democracia el método es infalible. Es tal el poder anestésico que tiene el gol, sobre todo si es de tu equipo, que las ventajas que se derivan para cualquier gobierno son más que evidentes.
Hay una nueva reformulación de la liga. La Liga del Fútbol Profesional ha acordado que los partidos se celebrarán durante toda la semana. O sea, habrá fútbol todos los días de la semana. La liga gana, el fútbol profesional gana, porque de ese modo, tendrá más ingresos. Pero la “politica tranquila” también gana, tendremos ocupado al españolito cuando salga de trabajar para que en el bar de la esquina, tomándose la caña y tirando lo máximo posible trate de ver el partido de la jornada, nunca mejor dicho porque habrá todos los días, la discusión girará en torno a la jugada fallida, el hermoso taconazo y el fallo del árbitro, la sangre fluira siguiendo los altibajos del crédito deportivo y no por la mísera situación social y familiar por la que se pase.
El parado, si es aficionado al fútbol, compensará su propia angustia y la familiar con la evasión que le proporcionará el deporte. Incluso, puede, que viendo el auge que tienen los diarios gratis, el propio poder invierta considerable sumas en periódicos gratis deportivos para que el panen et circenses sea más redondo y digerible.
El circo está servido, los gladiadores, estarán toda la semana sobre el verde. El pan, solo pan, acompañado tal vez de una lata de sardinas, que le garantizará las rentas mínimas de supervivencia o de inserción acompañará el momento. No hay nada más.
Este pueblo ha sufrido una de las mayores decepciones desde la llegada de la democracia. No hay peor caída que la que se produce desde la cumbre. Nos engañaron, se engañaron, creíamos que estábamos en la cumbre, nos lo hicieron creer; ¡Mirar para atrás, ahí viene Italia, le hemos adelantado! ¡Ver ese culotte que tenemos al alcance de la mano, es el de Francia! ¡Somos la revelación, somos el milagro español!
Comprábamos el piso que revendíamos sobre plano, el dinero fluía y fluía, no era nuestro, era de los que cada año se reunen en Davos.
He oído a Barreda, estoy de acuerdo con él. Es lo mínimo que puede hacerse, cambiar a un gobierno diseñado para la fiesta, por un gobierno que sirva para el sacrificio por el que ineludiblemente deberemos de transitar. Cambiar a un gobierno porque el cambio del presidente por parte del partido que le sustenta es algo muy difícil e improbable, aunque fuese lo lógico.
El lector de este blog sabe que su autor defiende la tésis de que no existe gobierno que lo que en realidad hay es un presidente que se rodea de secretarios que hacen su política, la que en cada momento se le ocurre.
Estoy oyendo en este mismo instante a Griñan, hombre de partido, después de haber oído a Alonso, este sin tradición en el partido, ambos, estos dos, desechan la posibilidad propuesta por el presidente castellano-manchego. Ambos, más explicable en el portavoz que en el andaluz, optan por la huída hacia delante.
Cuando el capitán, de acuerdo con el director de orquesta, coincidió en que la banda debería de seguir tocando aunque el majestuoso barco poco a poco se hundiese, lo hacía porque atendía a su función histórica, digamos heroica. Era además una condición, incluso, terapéutica para los propios ejecutantes. En este caso no, en este caso hay tiempo aún, este Titanic que se llama PSOE puede reflotar y puede salvarse y con ello, mitigar la situación por la que pasa el pueblo español, pero para ello es necesario que se salga de la parálisis que atenaza a los que pueden decidir. Alguien ha hablado, otros le han cerrado la boca. Pero sus palabras tienen el valor de haber sintonizado con el pueblo de izquierda.
Griñan sigue hablando, y sus palabras, increíbles en el tiempo histórico que nos toca vivir, nos proyecta hacia la vieja polémica medieval de nominalistas y realistas. Sus palabras son eso, flatus vocis. No me preocupa tan solo el que yo lo perciba así, lo que me preocupa es que también la perciben quienes día a día lo pasan putas. No, nunca votara a la derecha, ese día, se quedará tranquilo en casa o si hace buen tiempo, se dará un paseo por el parque y asistirá como otros van a cumplir con un rito carente ya de significado para él.