viernes, 16 de julio de 2010

Beguin the beguine


He de reconocer que aún sigo instalado en la dinámica del mundial, para alguien que no se siente muy patriota esta circunstancia tiene un valor añadido. Sigo percibiendo el grandísimo espectáculo de gente feliz que decidió cruzar el vado y olvidar las penas de los últimos días.

Para mi el mundial ha estado en la gente y en el colorido. Todos o casi todos nos hemos embarcado en una fuga hacia delante tratando de huir de lo cotidiano y de esas figuras omnipresentes que nos amargan día tras día.

Todo se va acabando. Las banderas dejan de estar colgadas en los balcones, la televisión ya no habla de los mundialistas y el color rojo poco a poco va desapareciendo de las calles.

Ya tuvimos el inicio de la vuelta a la normalidad. Las primeras páginas volvieron a ser ocupadas por los mismos de siempre y con el discurso de siempre; Cansinos, pesados como el peor hierro, el tono monocorde y la búsqueda de la frase feliz con la que a la mañana siguiente asegure ese chispazo de la primera plana. Los mismos tonos, los mismos mensajes, los mismos problemas. Nada nuevo bajo el sol.

Esta mañana escuche en la radio que la hija pequeña de uno de los tertulianos preguntó a su padre que cuando se marchaban los políticos de vacaciones. Hartan y aburren cada vez más a este pueblo, ya no es cuestión de siglas es cuestión de profesión o mas bien, de actitud.

No he seguido el debate, mejor dicho, lo he seguido tan solo en los titulares de más de veinte puntos. No me interesa dos que debaten y aportan las mismas soluciones con la diferencia de que los unos decían que se debería de haber tomado antes, mientras que los otros, mantienen que la solución era para ese momento en el que se tomaron.

La política española es cosa de cuatro personas y un rumor encarnado en otras cinco o seis, para eso no hacen falta setecientos pulsadores de botón. Envidio, soy un saco permanentemente lleno de envidias, a los británicos y estadounidenses que tienen unos parlamentarios que responden en mayor medida al mandato de sus electores. Los parlamentarios que tenemos, solo se dedican a aplaudir, abroncar y decir en las comisiones aquello que el secretario del grupo y el ministerio correspondiente ha decidido. En este tiempo en el que nos hemos acostumbrado tanto a la uniformidad del vestir, mundial obliga, yo propondría uniforme para los parlamentarios, si lo llevan los camareros, los metalúrgicos, personal sanitarios y demás, nadie mejor que ellos, por su forma de actuar y seguir los mandatos para llevarlo con la máxima utilidad.

Hablando de uniformes, a los peperos les pondría ese traje azul cielo que tanto suele llevar Rajoy a juego con su bandera, a la postre ellos siguen siendo fiel a su ideología. A los socialistas le pondría ese color gris plomo viejo en justa correspondencia también con el mensaje y la figura de Zapatero. No obstante, aconsejaría que en circunstancias especiales las féminas pudiesen llevar traje de chaqueta rojo estilo Cármen Alborch.

Evidentemente los nacionalistas de diverso pelaje habrían de llevar el consabido traje regional y el resto iría convenientemente ataviado de hawaiano o algo similar para realzar de modo adecuado el folclorismo al que tan dado son los minoritarios.

Cansan, aburren, el pueblo está hasta el gorro de los dos y de sus fieles mas cercanos. Es una lástima y una verdadera pena que la solución a nuestros problemas residan, es un decir, en esta generación de políticos malos de solemnidad (en el mismo sentido que cabe calificar de malo a un portero al que se las cuelan todas). Si, hora es, de que se vayan de vacaciones al fin de cuentas enterados estamos de que ninguna solución a nuestros problemas sale de ahí, está allí, fuera, en unos despachos supranacionales y mercantiles que les van diciendo puntualmente lo que deben de hacer con nosotros, cuando debemos de consumir, cuando debemos de ahorrar y cuanto tendremos para vivir. Bienvenidos al mundo feliz, nadie tiene derecho a ser John el Salvaje.
Buen fin de semana a todos, disfruten si pueden, ya saben, la vida es breve, muy breve.

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