miércoles, 7 de abril de 2010

Una de bandoleros




A raíz de la apertura al público del sumario Gürtel anda toda la progresía hispana, léase socialista, tirándose de los pelos. Se trata de saber porqué con todo lo que le está cayendo al Partido Popular en materia de corrupción no tiene, al parecer, el coste electoral que ese tremendo latrocinio debería de comportarle.

De los interrogantes se pasa a la indignación, de la indignación se pasa a la acción y la acción siempre suele consistir en proclamar ante viento y marea que los peperos son unos chorizos de la peor ralea, que no son dignos no solo del gobierno, sino también de estar, incluso, en la oposición. Los medios que no son de derecha insisten una y otra vez en la vana esperanza de erosionar ese monolito que es la expectativa electoral de la derecha.

Del análisis correcto surgen las acciones correctas. A estas alturas, eso es lo que a mi me extraña, cualquiera que tuviese un poco de idea en esto de la política debería de saber que el electorado de la derecha pertenece a un sector de la sociedad que considera normal la depredación de lo público. Se que lo que digo es, como se dice ahora, fuerte muy fuerte. No quiero decir que el electorado de la derecha sea a su vez corrupto, lo que digo es que su nivel de tolerancia hacia la corrupción es laxo y de ello ya tenemos muchas pruebas. El electorado de la derecha es esencialmente anti-izquierda y muy nacionalista, español, por supuesto y su objetivo es que pase lo que pase, no gobierne la izquierda.

En este blog no se suele atacar a la derecha y eso se debe a una razón muy simple, es un acto inútil. Atacar a la derecha en las barrabasadas que suele hacer, publicar el que son muy malos para luego ser leído por seguidores que son tanto o mas de izquierda que el que esto escribe, comprenderán que aparte de ser inútil, no deja de tener un componente cifrado entre la ingenuidad, el masoquismo, el mirarse el ombligo y que incluso , rizando el rizo, podría llegar a calificarse de acto estúpido.

Concretemos. No ganamos, van ganando los otros, los malos, y eso a pesar de que tienen más casos de corrupción abiertos y de mucha mayor envergadura que nosotros los socialistas. De esto último no nos olvidemos.

Esos condenados tienen suerte hasta con el electorado, no solo prescriben sus delitos, son anuladas pruebas, tienen muchos amigos en púlpitos y judicaturas, incluso, incluso hasta achicharran al pueblo con impuestos en los ayuntamientos y encima, a pesar de todo, se les siguen votando.

Y todavía seguimos preguntándonos sobre lo que falla. Pues bien, falla y no por ellos sino por nosotros, la capacidad de entender la realidad española. Una realidad que ha permanecido anclada durante siglos en un modo de ser que treinta años de democracia no ha podido cambiar y en parte por nuestra culpa. Este país ha sustituido, por ahora, los cuchillos y los paseos, por la política y por la agresividad de los medios pertenecientes a uno u otro bando. Este país sigue fracturado como lo estuvo hace ya trescientos años. Hay colectivos que de modo inconsciente unos y conscientes otros, se vinculan a una determinada forma de entender el país; En su integridad territorial, en sus normas, su moral, sus costumbres, su lugar en el mundo, su destino... Media España no tolera a la otra media, siempre hablo en términos de generalidad. Media España, la de la derecha, soporta a sus representantes en los actos de rapiña. Como se suele decir en términos bursátiles, descuentan de antemano esas perversiones de la política porque lo esencial para esa mitad es que los otros, o sea la izquierda, no llegue al poder y por eso aguanta, mira para el otro lado y no se mueve un ápice.

Es la otra mitad la que debe de preocuparnos a la gente de izquierda, es esa mitad que exige, que mira con lupa y no tolera la desviación de sus representados. Ni la desviación en lo ético ni la desviación de los objetivos esenciales, amén de las frivolidades con las que a veces, suelen exponer a los cuatro vientos. Es esa mitad que deja de ser mitad cuando una parte se queda en casa, y con razón, cuando los suyos le fallan.

Y esa es la tarea que un activista de izquierda en la red ha de tener; Ayudar con la crítica, con la denuncia si es preciso, a que no haya desviaciones o frivolidades en sus gestores. Porque el seguir gobernando y seguir construyendo una sociedad de progreso requiere del no cometer los errores en esta España nuestra.

No me interesa lo más mínimo abundar en el griterío hacia la corrupción de la derecha, al menos en este ámbito en el que los diversos autores se integran en círculos con un pensamiento parecido, me preocupa el deterioro propio y me preocupa los publicistas y exégetas que distraen de lo esencial.

Oído esta mañana en la radio.

Un camionero llama a Radio Nacional, se confiesa ex-militante del PSOE, esta viviendo una situación muy dura en el transporte de hortalizas desde Marruecos a Europa.

Ese ex-votante socialista, presumo, dice no entender que con el paro que ahí por aquí y con una mendicidad que aflora por todas partes como el Gobierno de España se compromete a dar el 10% de lo aportado por el conjunto de paises que han participado en la Conferencia Internacional de donantes para Haití. Es decir, 350 millones de euros, mas que muchos paises europeos que están en mejores condiciones que nosotros. También manifiesta que no entiende como España va a contribuir con 2.000 millones de euros a salvar la solvencia de Grecia, cuando aparte de estar en la antesala del quirófano en el que se encuentra ese país, nuestras empresas y parados están llegando ya a las últimas. ¿Alguien le puede explicar a este votante socialista el porqué se hace eso? Yo, haciendo un esfuerzo, podría llegar a entenderlo pero por lo visto a él nadie se lo explica, si existe explicación, adecuadamente. Por ahí se va, por ahí se pierden las elecciones, aparte de otras muchas cosas que no relato, porque si no haría demasiado extensa esta entrada.


Bueno, y ahora, todos, de uno en uno al muro de las lamentaciones. Ah¡ si éramos pocos, parió la abuela. Ahora el que en su trabajo cotidiano se trataba de conducir como una persona respetuosa con la justicia se sienta en el banquillo acusado, entre otros, por los falangistas.

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