jueves, 29 de octubre de 2009

El arte de la política




La presentadora de televisión le hizo hasta tres veces la pregunta con distinto tono y leves variantes. El entrevistado, el todopoderoso Francisco Granados consejero de Presidencia, Interior y Justicia de la Comunidad de Madrid se escapaba una y otra vez. La tercera vez que la periodista le preguntó sobre si había una lucha por el poder en el Partido Popular en relación con el nombramiento de presidente para Caja Madrid, apoyándose esta vez en las manifestaciones del presidente del Partido Popular del País Vasco, el consejero esbozo una leve sonrisa lateral, empequeñeció aún más sus diminutos ojillos y con seguridad negó que hubiese una lucha por el poder en Caja Madrid, y afirmó a continuación con rotundidad: “Yo no lo percibo así”.

Eso es política en la actualidad. Aristóteles definió la política como un ejercicio noble, los clásicos insistieron en esa dimensión, la definición mas aceptada de política era la siguiente: Actividad humana que tiende a gobernar o dirigir la acción del estado en beneficio de la sociedad. A partir de entonces, las definiciones de política han ido cambiando. En la actualidad, hay tantas definiciones como teóricos de la política, mencionar cada una de ella haría inacabable este artículo.

Hoy, con política se mezclan habitualmente otros conceptos como hipocresía, cinismo e incluso, si nos paramos en algunos ejemplares de la derecha, chulería.

Los términos se usan y acomodan, se estiran y se pervierten. Es frecuente oír a algunas personas decir: “Este es un gran político”. Se refiere a una persona que habla poco, al que se le reconocen habilidades manipuladoras, experto en el hablar sin decir gran cosa y del que se sospecha alguna que otra traición y el empleo constante de la mentira.

Recientemente se ha acuñado otra expresión, esta de origen anglosajón, que se ha extendido rápidamente a muchos ámbitos de las relaciones sociales: “Políticamente correcto”. Ser “políticamente correcto” es no pronunciarse con rotundidad, evadir la claridad, no llamar al pan, pan y al vino, vino. O lo que es lo mismo camuflar, simular.

Ser correcto políticamente significa que lo que uno tiene que decir no puede decirlo tal como lo siente, sino que hay que edulcorar el mensaje o las situaciones. Esto que podría pasar fácilmente como educación, deferencia o delicadeza en otros ámbitos que no fuese la política, en esta actividad se traduce por un “ni chicha, ni limoná” o "algo tramará".

Nadie se refiere al cumplidor con la cosa pública como un gran político. Se utiliza, “es un gran gestor”, “un buen administrador”, “un excelente líder” ó “es un gran parlamentario”. El término político se utiliza para otra cosa.

Se habla de la nobleza de la actividad, de que la política es un arte noble, pero nadie o casi nadie se adjudica esa denominación. Todos, inconsciente o conscientemente, procuran eludir la profesión para autoadjudicarse la especialización concreta como el todo.

Últimamente he tenido acceso a dos nuevas definiciones que concuerdan más con el sentir de la gente y que ubica lo que en otros tiempos fue un oficio, un arte noble, en lo que realmente ha devenido en ser una actividad bajo sospecha en grandes sectores de la población.

Groucho Marx dijo una vez como definición de política: “que era el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”.

O quizás, tratando de ser serio, esta otra de Duverger: “Lucha o combate de individuos y grupos para conquistar el poder que los vencedores usarían en su provecho”.

Tal vez sea esa la razón por la que tiene tan mala prensa la política y los políticos. Es la banalización y el descrédito de la actividad y de algunos actuantes la que ha arrastrado un noble concepto por el barrizal en el que se encuentra.

No me resisto a poner este vídeo de Youtube, pertenece al Julio César de Joseph L. Mankievicz basada en la obra de William Shakespeare en la que un espléndido Marlon Brando interpreta a Marco Antonio. El discurso de M. Antonio en las escaleras del senado no existió en la realidad, o al menos no hay constancia por parte de los historiadores. Se le atribuye al autor inglés.

Shakespeare nos da aquí un ejemplo magistral del político manipulador. En esa época era esa ya la noción de política. Algunos de los lectores pueden que conozcan esta obra maestra, lo dedico a aquellos que por su juventud no hayan tenido la posibilidad de ver esta maravillosa película. Obsérvese el vuelo circular sobre el pueblo romano de Marco Antonio en su operación contra Bruto, Casio y el resto de conspiradores. Merece la pena.

Para los que no quieran estar tanto tiempo colgado de la web lo pueden encontrar en Youtube tecleando Julio Cesar Marco Antonio.



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